Vista Medina
Titulo
Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias

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Plano de D. Gerardo Moraleja Pinilla de Medina del Campo.
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SEGUNDA PARTE

PREAMBULO.

MONUMENTOS DESAPARECIDOS


Inspeccionando en la plano de las líneas rojas de trazo grueso, indicadoras de las murallas, adivinamos la probable ovolución experimentada por la población a través de los siglos. Fue primero el núcleo de casas edificadas en lo más alto de la colina, a las que hubo la necesidad de amparar contra probables enemigos, y sugiriendo, como órganos de defensa, esos muros de cal y canto cuyos restos contemplamos aún, formando ciudadela formidable, con dos puertas, las señaladas con el número 1, y probablemente una tercera, la existente actualmente en el muro suroeste del actual castillo. Pero más tarde crece la población; desborda las murallas, extendiéndose por toda la meseta, hasta llegar al Zapardiel por el soroeste y a la Adajuela por el norte, y surge un nuevo recinto amurallado, mas débil, cuyas puertas son las indicadas con los números 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15 y 16 y que, no obstasnte ser posterior a la primera muralla, ha resistido menos los embates del tiempo o la codicia de los hombres, pues ha desaparecido totalmente.

Antiguas murallas del Castillo de la Mota de Medina del Campo
Antiguas murallas del Castillo de la Mota de Medina del Campo

De la población enmarcada en este recinto, decía Ossorio, pág. 19, que "hacía forma de corazón; que su ancho era desde la puerta del Sol (14 R), que en aquel tiempo se llamó así y hasta hoy dura el mismo nombre, la cual está a la mano izquierda como salinos de Medina del Campo a Olmedo, hasta la puerta del Arcillo (15 R)..., la cual mira al nordeste, frontero de adonde está el convento de Santa Clara; y en ester lienzo de murallas están repartidas diez y ocho torres de argamasa... y no había puerta ninguna, sino cavada la loma en que está sentado el lienzo, que venía a tener un foso hondo, y la ciudadela y muralla quedaba terraplenada por dentro, y como hoy se ve, que está yermo y despoblado. En el cuadro del mediodía y lienzo de sus murallas había tres puertas principales con sus puentes sobre el río Zapardiel, la una era la que dijimos del Sol, que mira al sur (14 R)... y más abajo estaba otra puerta que llamaban de Santa María de la Blanca (12 R) que estaba donde está ahora el barrio del Azogue... El cuadro que miraba al poniente empezaba donde las casas del Consistorio que hoy es, y acaba en cuadro donde agora está la fuente de San Nicolás, junto al cual estaba la puerta de la Otadura (9 R)...; en este cuadro había dos puertas, que una salía desde agora es la Alhóndiga, que después la llamaron del Real (10 R) porque frontero della asentaron los godos su real...; más adelante, hacia el río, había otra puerta, que salía a la boca de la calle que hoy llaman de Serramos, (actual de Isabel la Católica)..., que tenía por nombre de la Vega (11 R)... El cuadro que remataba la forma de la ciudad comenzaba desde la esquina de la dicha fuente hasta volver a cerrar con la esquina de la puerta del Arcillo, en que hay quince torres de argamasa y ladrillo..." La única discrepancia existente entre esta descripción de Ossorio y nuestro plano, es que en el cuadro del poniente afirma que había dos puertas, pero nombra las tres señaladas: Otadura, Real y Vega.

- Primer recinto amurallado... Primer recinto amurallado...

- Segundo recinto amurallado......Primer recinto amurallado...

- Tercer recinto amurallado...Tercer recinto amurallado

Todavía siguió creciendo la población; El caserío saltó de un lado el río y del otro el arroyo, y urgiendo aún la necesidad de defenderse, levantaron los medinenses el tercer cerco de murallas, que empieza en el 9, continúa con el 16, 17, 18, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, a unirse con la segunda muralla cerca del 13. Apenas queda resto de esta muralla, pero de su existencia darán todavía testimonio algunos ancianos por haber visto las puertas de Valladolid (18), y de Salamanca (25), derribadas en 1899 y 1872 respectivamente. No paró aquí el desarrollo de la población, puesto que se edificaron extramuros, los arrabales de Ávila, Salamanca, las Reales y la Antigua (éste desaparecido).

Sañalar las fechas de estas distintas etapas es por ahora imposible. Solo sabemos por los autos del Concejo del año 1490, que durante el mismo año se hicieron importantes obras "en la cerca, muros, torres y puertas desta villa". Ejecutores de ellas fueron los alarifes moros Gomar Pato y Abrain Lotar, vecinos de Ávila, y los tapiadores de Valladolid, Diego Bermejo, Gonzalo Ruiz y Juan de San Román. Aquellos remataron la obra de albañilería, a razón de maravedí por ladrillo, todo a su costa, excepto los ladrillos, de los que asentaron 193.000, por los que pagó el Concejo la suma de 120.500 mrs. Los maestros de Valladolid remataron las tapias de hormigón a razón de 655 mrs. el tapial de catorce pies de largo, diez de ancho y cinco de alto, y como la cerca había de tener ocho tapiales superpuestos, resulta su altura de 40 pies. Estas obras continuaron en los años sucesivos por cuanto conocemos una cédula otorgada por los Reyes Católicos en Barcelona, el 27 de octubre de 1493, mandando al corregidor Fernán Pérez de Meneses, tuviera cargo de la obra que se hace en la cerca y muros de la villa "porque somos informados que la obra no se hace según e como es necesario.", señalándose por su trabajo mil mrs. anuales. Ésta puede ser la última reparación en el sentido de considerar las murallas como elementos defensivos contra posibles agresiones de belicosos enemigos; pero elarreglo de las mismas prosiguió durante mucho tiempo, por escudarse la villa en ese cerco de muralla contra un enemigo formidable, sin ser belicoso. Ese enemigo era la peste. Todavía en 1631 se encuentran libramientos "para aderezar las murallas para que la villa se guarde de la peste", impidiendo la entrada en ella de cuantos no trajeran salvoconducto sanitario. Y en 1597 abrieron, además, grandes fosos a la entrada y salida del río "por el cañón de la muralla, de manera que por las dichas partes ni hombre de a pie ni de a caballo pueda entrar sin riesgo de ahogarse".

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MONUMENTOS DESAPARECIDOS

1 - El primer recinto amurallado cuyo acceso eran estas dos puertas, consistía el verdadero e histórico Castillo de la Mota, bajo la jurisdicción de su alcaldía, no siendo el actual más que una reconstrucción del ángulo sur de dicho recinto, hecha a mediados del siglo XV --la última reforma en tiempo de los Reyes Católicos-- aprovechando los muros de cal y canto de la muralla antigua, envolviéndola con otro recinto más bajo, rodeado de ancho y profundo foso. La demostración la tenemos en el relato que hace la Crónica del Rey D. Juan II por el señor de Batres, de cómo la Mota, perteneciente hasta entonces (1441) al rey de Navarra y señor de Medina, pasó a poder del rey de Castilla (49). Conforme al mismo, al tiempo que el de Castilla entraba en la Mota por la primera de estas puertas (junto a San Juan), salían por la segunda los que la habían tenido por el de Navarra. lo mismo se confirma por el hecho de afirmarse que la parroquia de Santa María del Castillo --como veremos seguidamente-- estaba situada en la Mota.

Siendo esto así parece de rigor admitir que la entrada por dichas puertas en la Mota estuviera eficazmente controlada, como se dice ahora, por sus defensores y, consecuentemente, la probabilidad de que tales puertas tuvieran puente levadizo; tanto más cuanto que el dicho recinto, en la parte en la que no contorneaba la meseta, tenía su foso, según puede apreciarse todavía.

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2 - PARROQUIA DE SANTA MARÍA DEL CASTILLO, que por su emplazamiento sería una de las más antiguas de la villa. De una Probanza fecha en mil cuatrocientos e diez y nueve años sobre el proveer los feligreses los beneficios, resulta que esta parroquia "sita en la Mota" tenía entonces de 70 a 80 feligreses, "escuderos e labradores, los más de linaje de don" con un solo beneficio, "salvo que a veces partido en dos o tres clérigos".

Una de las más prósperas cofradías de esta parroquia fue la de Nuestra Señora de la Merced que sostenía un hospital de igual título para sus cofrades.

En 1634, por ruina de la propia iglesia, compró esta parroquia la iglesia pocos años antes levantada por la cofradía de la vera Cruz (15 N.).

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3 - PARROQUIA DE SANTA CRUZ, que anteriormente tuvo agregada otra dedicada a los santos mártires de Alcalá, Justo y Pastor, y que desapareció, como la procedente de 1634, agregándose a la de San Antolín.

En ella estuvo el sepulcro de los caballeros Morejones, descendientes de Juan de Morejón, uno de los cabezas de los Linajes. Medinenses de la misma progenie fue el P. Pedro Morejón, jesuita, misionero por espacio de treinta años en el Japón, donde se ejercitó en fervoroso apostolado, y vuelto de aquella misión en 1618, cuando otro de menos temple hubiera invocado el merecido derecho al descanso en su patria, todavía sintió impulsos para emprender nueva misión en Etiopía, donde debió acabar sus días. Otro Morejón, D. Antonio, fue inquisidor en Toledo, y comisionado en Zaragoza, intervino en la famosa causa de Antonio Pérez, en laque estuvo complicado otro medinense ilustre, Baltasar de Álamos (34 R. b). El último Morejón avecinado en Medina en el siglo pasado, fue el marqués de Ordoño, cuya casa solariega era la que, entre las calles de Gamazo y Rafael Giraldo, sirve actualmente de domicilio al banco Hispano Americano (hoy, año 2013, Telefónica).

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4 - PARROQUIA DE SAN JUAN EVANGELISTA, Vulgarmente del Azogue. La palabra arábiga equivale a la plaza donde se celebra el trato y comercio público, por lo que es lógico suponer que hubiera en este paraje una plaza para tal menester, que además, hemos encontrado citada en acuerdos del siglo XVI, y lo corrobora que la torre de esta iglesia tenía un reloj público que en 1624 fue acordado desmontar por irreparable. Poco después desapareció también la parroquia, agregándose a San Miguel en 1 de enero de 1634.

N. En el auto consistorial de 30 de enero de 1570 se regulan las peticiones que hacían en la villa las órdenes mendicantes y cofradías. Una de las autoridades era la de los Compañeros, que sería la administradora del hospital y probablemente la misma a que nos referimos en I. N.r.

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5 - PARROQUIA DE SAN SALVADOR, titulada algún tiempo de Santa María Magdalena, agregada, cuando desapareció en el siglo XVII a la de Santa María del Castillo. La iglesia estaba adosada a la muralla, con entrada por la parte de fuera.

En sus cercanías estuvieron dos hospitales, el de los Compañeros y el del Castillo.

A la plazuela del Salvador existente ante la iglesia, convergían dos calles típicas: la del Piojo y la Zapatería Vieja. Esta llevaría este nombre por residir con preferencia en ella los maestros crispines, pues en el padrón de la parroquia del año 1602, eran zapateros la tercera parte de sus feligreses.

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6 -PARROQUIA DE SAN LLORENTE, una de las más antiguas, que, aunque extinguida de mucho antes su feligresía. subsistió hasta 1652. Por petición que en 11 de mayo de este año elevaron al Ayuntamiento varios vecinos de la calle de Ravé, nos enteramos de que "era tan antigua que es fundación de los templarios y que estaba adornada de una imagen de Nuestra Señora de San Lorenzo, milagrosa y de gran devoción, amparo y socorro de el pueblo, y ansimismo de un santo sepulcro de Xpo Nro. Sr. ...que era visitado y frecuentado con gran devoción por ser uno de los santuarios mayores de Castilla..." Manifestaban en consecuencia que, siendo necesaria una gran reparación de la misma, y estando ya en paraje yermo de despoblado, era preferible reedificarla en la calle citada, lo que, por lo visto no se hizo. Ossorio no cuenta a ésta entre las parroquias existentes en su época, en cambio hace mención de la de San Min (antigua San Martín) y San Luis, ambas no lejos de ésta y que vio derribar.

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7 - PARROQUIA DE SANTO DOMINGO DE SILOS, también desaparecida antes del siglo XVII e incorporada a la de San Juan de Sardón.

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8 - PARROQUIA DE SAN PEDRO, Agregada a la de Santa Cruz en 1567. Tenía una capilla dedicada a San Luis, a quien se hacían en su día fiestas populares muy celebradas.

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9 - PUERTA DE OTADURA, y muy próxima la parroquia de San Nicolás, de la que formaba parte la ermita de Nuestra Señora del Camino, cuyos últimos restos han subsistido hasta el año 1916, en que comenzaron las obras de la carretera de San Nicolás, fue San Facundo la que heredó esta preeminencia.

En las cercanías estuvo la ALHÓNDIGA (132), e inmediato a la puerta siguiente, llamada del Real.

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10 - MONASTERIO DE SAN BARTOLOMÉ, de fundación anterior a la invasión aganera, primero de canónigos regulares -se duda de si San Benito o de San Norberto--, después, a fines del siglo XII, reedificado por Berengario de Medina, caballero participante en la rota de Alarcos, y cedido en 1192 a los benedictinos, poniéndole bajo la jurisdicción del famoso de Sahagún, a cuyo abad brindaban anualmente, en reconocimiento de sumisión, veinte moyos de vino de lo mejor que hubiera. Los términos de esta fundación eran tan categóricos que "si alguno tentase contravenir -rezaba la escritura-- sea maldito y descomulgado y condenado al infierno por el traidor Judas, y peche al monasterio de Sahagún mil libras de oro y otras mil al Rey" (V.Montalvo, pág. 420)

Procedente de este monasterio se conserva, en la actual parroquia de San Miguel, la venerada imagen del Santo Cristo, a la cual va aneja la leyenda del caballero Alfonso de Estepa (1), y también se conservan junto a la efigie --Antero Moyano dice que las vio de niño--, la espada de tan intrépido adalid, y hasta la cola del caballo, inconsciente instrumento de la legendaria profanación.

Cuando la guerra de la independencia fue dedicado este monasterio a cuartel por los franceses, quedando malparado, y en 1836 fue definitivamente abandonado por los monjes, enajenado en virtud de la desamortización y demolido.

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11- PUERTA DE LA VEGA, a la bocacalle de la antigua de Serranos, actual de Isabel la Católica.

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12 - PUERTA DE SALAMANCA Y DE SANTA MARÍA, que tenían su respectivo puente sobre el río. En las proximidades de ésta existió una ermita dedicada a Santa María la Blanca.

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13 -PUERTA DEL SOL. En el Libro de Fundaciones de Santa María del Castillo consta una relación de censos fundados por judíos en favor de la parroquia --cosa al parecer inconciliabre con la sinceridad de su fe judaica--y en ellos hay datos suficientes para conocer el emplazamiento de la Judería, que se extendía desde San Llorente hasta el río, y en su recinto contaban, para suexclusivo servicio, con hospital, carnicería y baños, además de sinagoga.

Actualmente ha surgido en estos mismos parajes, en los años que van del siglo XX, una humilde barriada que, si habla muy alto de la formicana laboriosodad de sus honrados moradores que por sí mismos la han levantado, dice muy bajo de la acción tutelar del Municipio, que ha preferido la comidísima norma de cruzarse de brazos... Los turistas nacionales y extranjeros, que aleccionados por las Guías, al acercarse a Medina por las vías del Norte, se dispongan a curiosear la imponente mole de la Mota, ahora dichosamente remodelada, contemplarán asombrados el anárquico desconcierto de estas casucas, y llevarán a sus pueblos una lamentabilísima lección de urbanismo. Tiene en efecto Medina el mal gusto de obrecer accesos impresentables a los forasteros que vienen, por las vías de Madrid, ora por las de Salamanca y Zamora.

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14 - PUERTA DEL ARCILLO, nombrada a veces Artacho.

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15 - PURTA DE LA ANTIGUA Y 16 - PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA. Son numerosas en España las iglesias y poblaciones que adoptaron por Patrona Nuestra Señora de la Antigua, desde tiempos muy remotos, acaso por influencia benedictina o premostratense. Entre ellas se cuenta Sevilla, cuya catedral posee una pintura mural de la antigua, que en opinión de los doctos en icnografía, es anterior a la invasión de los vándalos que la respetaron, como asimismo los árabes. Cuando San Fernando conquistó a Sevilla en 1248, atribuyó tan glorioso triunfo a milagrosa protección de Nuestra Señora de la Antigua, y cuando el infante medinense D. Fernando estuvo en la ciudad del Betis para preparar las operaciones bélicas que le dieron la posesión dela plaza de Antequera, llevando de su devoción mariana, se hizo retratar, juntamente con su esposa Dª. Leonor, a los pies de la sagrada imagen, y mandó sacar una copia que trajo a su villa como la mejor joya que pudiera dejarla, colocándola en esta iglesia, que ya tenía este título, y fundó en ella, año 1403, la primera Orden de Caballería, esencialmente benéfica, titulada de la Jarra y de la Azucena, símbolo de la pureza de ideales que había de impulsar a los armados caballeros. (V. D. Ildefonso Rodríguez, pág. 585.)

Cuando en febrero de 1796 desapareció esta parroquia, quedando agregada a la de Santiago, fue llevada la imagen de la Antigua, de tan hondo significado histórico, al vecino convento de Santa Clara.

El mismo infante D. Fernando, al fundar la Colegiata, la puso bajo el patronato de Nuestra Señora de las Candelas o de la Purificación, que es el misterio representado por la Antigua, y su estatua preside el grandioso retablo de la capilla mayor, habiendo sido su fiesta una de las celebradas tradicionalmente con la imprescindible presencia de la Villa y llevando el corregidor, regidores, procuradores, alguaciles... su correspondiente candela de tamaño proporcional a su jerarquía. En estos últimos años ha sido suprimida.

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16 - PUERTA DE SAN PEDRO, así llamada por estar muy próxima a la parroquia del mismo título que existió hasta fines del siglo XVII, y al ser suprimida y poco después demolida, se incorporó su feligresía ala de San Facundo. De la misma procede la imagen del santo titular revestido en su sede pontifical, que estuvo en San Facundo y está ahora en la iglesia de la Cruz. Por testimonio de Ossorio, pág. 73, confirmado por Montalvo, sabemos que en la pared del claustro de esta iglesia se conservó una figura armada de caballero, representativa del cabeza de linaje, D. Juan Gutiérrez de Castellanos, con esta inscripción: "Epílogo.-- D. Juan Gutiérrez Castellanos, hijo de D. Gutirre Gutiérrez Castellanos, caballero magnánimo, libertador piísimo de su patria, capitán valeroso e invencible, escudo y amparo de amigos, rayo y espanto de la guerra, fama y gloria de caballeros, prez y honra de las armas castellanas, como en memoria y agradecimiento de su heróico valor y resplandecientes virtudes, su patria carísima ilustró su linaje y renovó esta figura".

De esta parroquia fueron feligreses los moriscos durante su estancia en la villa, 1571 hasta 1605. En el decenio 1582-91 hubo un promedio anual de diez bautizados, hijos de moriscos. Uno de éstos, el Alonso de Marañón a quien probablemente aludió Cervantes en el capítulo XXXI, segunda parte del "Quijote", por ser convecino del conspicuo Juan de Álamos, que murió el 3 de febrero de 1584.

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17 - PUERTA DE VALLADOLID, la última desaparecida, en diciembre de 1899. No lejos, en dirección norte, estuvieron las ermitas de la Soledad y San Sebastián.

La devoción a este santo mártir estuvo muy generalizada en Castilla y particularmente en Medina. En 23 de enero de 1607 hizo la Villa voto "de que todos los años para siempre jamás irá en función della a la ermita de San Sebastián, sita extramuros, fuera de la puerta de Valladolid, a vísperas... y luego el mismo día acompañando la procesión desde la iglesia dode saliere hasta la dicha ermita, y allí se hallarán presentes a la misa y sermón... y volverán a costa de la villa..." Perseveró en su cumplimiento hasta avanzado el siglo XVIII, siendo éste uno de los muchos días considerados como festivos.

Tres kilómetros adelante en dirección norte, en lo alto de la cuesta, estuvo la ermita de San Cristóbal, de la que quedan los restos que vemos, y a la que acudía anualmente la rogatoria del martes anterior a la Asunción.

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18 - PARROQUIA DE SAN ESTEBAN, donde estuvieron los sepulcros del fundador del linaje Pollino; del primer abad de la colegiata, D. Alonso Rodríguez Manjón y de los caballeros Montalvo "muy antiguo y adornado", cuyo traslado a la iglesia de San Miguel fue autorizada el 22 de abril de 1651 a los herederos de D. Juan Antonio de Montalvo. Éste fue enterrado en el convento de San Agustín. La feligresía fue agregada a San Miguel el 6 de febrero de 1648. En las proximidades estuvo otra parroquia más antigua, titulada San José.

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19 - PUERTA DE TORDESILLAS.

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20 - PARROQUIA DE SANTIAGO EL REAL, junto a la puerta del mismo nombre. Esta parroquia tuvo la preeminencia de contar entre sus feligreses a los Reyes cuando moraban en esta villa. Dada por otra parte la calidad de ser su titular Patrón de España, a quien se profesaba tanta devoción desde los tiempos de la secular contra el moro, su festividad se celebró en el siglo XVI con inusitada pompa. A su cofradía pertenecían todos a los más de los caballeros, y era costumbre que éstos organizaban vistosa comitiva, yendo en sendos caballos a la misa y sermón del día de Santiago, precedidos de trompetas, atabales y ministriles, para regresar con igual aparato a las Casas Consistoriales de donde habían partido. Por la tarde era festejo obligado el juego de cañas y corrida de toros, muy concurrido, no solo de vecinos sino de forasteros, porque en 18 de julio de 1572 previnieron los regidores que se diese a las panaderas "diez cargas de trigo para que lo traigan pan cocido atento que se respera que venga mucha gente a causa del regocijo que hay el día de Santiago".

Cuando en 1767 fueron expulsados los Jesuitas, se hallaba este templo en precaria situación; de ahí que se hiciera la traslación de esta parroquia a la iglesia de Jesús en 1770, trayéndose a ella, desde su ermita, la imagen de San Lázaro, para ser definitivamente abandonada 18 años más tarde.

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21 - PUERTA DE SAN AGUSTÍN, así llamada por estar frente al convento de San Agustín, de la orden de San Agustín.

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22 - CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA, de la orden de San Agustín, donde el académico Sr. Ponz vio, según cuenta en su Viaje de España, obras maestras de pintura, al estilo de Durero, que merecían guardarse con gran cuidado. maltrechas quedarían, como toda la iglesia, con el hundimiento de la bóveda de ésta el 13 de abril de 1628 (113). En todo caso lo que hubiera y quedara se disipó con la exclaustración y desamortización del siglo pasado. Al santo obispo de Hipona, titular de la iglesia, encomendaban los devotos medinenses el alivio de los estragos que periódicamente causaba la plaga de la langosta, sacándole en rogativas en los trances apurados que fueron frecuentes.

En este solar se levantó en 1920 la importante fábrica de Harinas La Harinera Castellana, que en la mañana del 19 de febrero de 1937 quedó reducida a cenizas.

El antiguo convento tuvo un opulento protector en la persona de

a) FERNANDO DE FRÍAS, famoso en nuestras guerras de Flandes. Ossorio pondera, pág. 309, con los más elogiosos calificativos de magnanimidad y liberalidad de este caballero que aunque no nació en esta villa, puede considerarse medinense porque aquí casó con una Barrientos; aquí afincó, murió y eligió su entierro. Dice además que fue tan bien quisto que en un motín de soldados que hubo en Amberes, saquearon todas las casas de señores menos al suya y aún por los mismos soldados fue puesto guarda para que ninguno llegase a su casa a hacerle ningún agravio; que prestó 300.000 ducados al comendador mayor para hacer un socorro a sus soldados y después al Rey le reintegró este anticipo en moneda de decreto, con licencia para que pagase a sus acreedores en esta misma moneda, pero el escrupuloso Frías no quiso usar de este género de pago y satisfizo lo que debía en puros reales, con lo que tuvo más de 40.000 ducados de daño; que sus negocios eran los mayores que hubo en la villa, y en su casa se fiaba grandísima suma de mercaderías sin que jamás ejecutara a ningún deudor; que fue fama que trajo de Flandes 500.000 ducados, equivalentes entonces a más de otras tantas fanegas de trigo, como si se hubiera propuesto indemnizar bonitamente a Castilla de las exacciones inconsideradas de Chievres; que dotó su capilla de San Agustín con 400 ducados de renta, enriqueciéndola con muchas colgaduras de tapices de oro y seda de subido precio, ornamentos preciosos y tablas famosas que trajo de Flandes. Éstas serían las pinturas que viera el inteligente Ponz.

b) Dos hermanos medinenses descollaron de entre los formados por este convento: Fr. TOMÁS y Fr. DIEGO HERRERA. El primero (1585-1654) fue profesor de teología en Alcalá de Henares, confeso del cardenal Agustín Espinola y provincial de su Orden en Salamanca. Escribió entre otras obras menos importantes, "Alphabetum Augustinianum" (Madrid 1644), "Compendium Proesulum ordinis eremitici" (Madrid, 1645) y "Tratado de los obispos de Ávila". Su hermano Fr. Diego (1616-1649) fue lector de teología y filosofía en Toledo y Burgos, y su obra más celebrada en "Commentaria in Logicam et Universam Aristótelis Philosophiam".

En ese edificio de la calle de Barrionuevo, se encontraba el hospital de Nuestra Señora de la Concepción, vulgarmente llamada de las "Budas" y el pozo donde se cayó San Juan de la Cruz.
En ese edificio de la calle de Barrionuevo, se encontraba el hospital de Nuestra Señora de la Concepción, vulgarmente llamada de las "Budas" y el pozo donde se cayó San Juan de la Cruz.

c) Frontero, en el número 8 de Barrio Nuevo, radicaba el hospital de Nuestra Señora de la Concepción, vulgarmente llamada de las "Budas". Por virtud de bula concedida por S. S. a la duquesa de Maqueda, Dª. Teresa Enriquez, "la loca del Sacramento", se instituyó la cofradía que patrocinó este hospital hacia el año 1480. Por los autos consistoriales del 17 de julio de 1579 conocemos algunos detalles referentes a este hospital. La auxiliaba la villa con 30 cargas de trigo anual, y en su virtud quisieron algunos regidores someterle a ciertas ordenanzas que redactaron, inspiradas en la de un hospital de la Corte. La cofradía que se consideraba dueña del mismo por donación de Hernando Daza, alegó que ella proveía y arbitraba limosnas para su sostenimiento, y que si el Ayuntamiento quería gobernarle había de señalarle rentas suficientes. De la discusión entablada quedó manifiesto lo siguiente:

Pozo del hospital de Nuestra Señora de la Concepción, vulgarmente llamada de las "Budas" donde se cayó San Juan de la Cruz.

Que cada año se curaban más de 200 enfermos, sosteniendo ordinariamente de 45 a 50 camas; que tres cuartas partes de los enfermos se pagaban su estancia y aún llevaba sus camas, abonando tres, cuatro o cinco reales por cada día; que varias cofradías y zapateros, sastres y otros oficios le tenían señalada cierta consignación para beneficiarse del mismo en caso necesario; que cada sábado se hacía demanda de limosnas por la villa, particularmente entre feriantes, pidiendo también en las iglesias durante las fiestas principales; que en agosto enviaban sus demandaderos a las eras de la villa y de los lugares de la Tierra para haber acopio de ofrendas de grano, y de vino en las vendimias; que desde hacía 24 años era administrador del mismo, Alonso Álvarez de Toledo, cuya industria para arbitrarse limosnas y recursos era de todos conocida y alabada, y su cristiandad y celo por los enfermos encomiásticamente ponderada por muchos, pero puesta en tela de juicio por algunos que formulaban graves acusaciones y recriminaron su inapelable autoridad en la admisión de enfermos y en la administración. Terció en el debate Simón Ruiz, regidor, y he aquí sus palabras: "Ha 25 años que conozco el dicho hospital y al dicho Alonso y he frecuentado de ir a él algunas veces y visto con el mucho amor y caridad, cuidado e diligencia que allí se cura a los pobres ni tan bien como en el dicho hospital de la Concepción, y por esta causa sé que algunas personas que dan limosnas se alargan en ellas por saber que se gastan tan bien, y sé que el dicho Alonso ha gastado mucha parte de su hacienda y la de su hermana, mujer que fue de Hernando Daza, en el dicho hospital, y me parece que una de las mayores plagas que a este lugar podría venir sería faltar dél el dicho Alonso Álvarez por el gran beneficio que hace a esta villa..." Muy arraigada debió de ser esta convicción de Simón Ruiz cuando en su testamento dispuso que la administración del hospital que fundaba, se encomendara al repetido Alonso, que tiene en su haber, además, el haber patrocinado al joven Juan de Yepes --San Juan de la Cruz más tarde--, quien, al mismo tiempo que se consagraba a los estudios, prestaba sus servicios en este hospital, siendo ello ocasión de que le acaeciera el caerse en el pozo que había en el patio central; hecho recordado posteriormente con una efigie que en su hornacina existe cabe el mismo pace.

Otro hospital, titulado de los Pellejeros, existió en este paraje.

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23 - PORTILLO DE LA CRUZ VERDE O DEL REY, así llamado por ser la puerta más próxima a Palacio Real, que debió tener salida inmediata a este portillo. Muy cerca estuvo el hospital de la Trinidad, que fue general durante el largo periodo en que estuvo en construcción el de Simón Ruiz. Así como tuvo Medina en la persona de Alonso Álvarez de Toledo un excelente administrador y director del hospital "de las Budas", así acertó a tener para la administración y dirección de éste de la Trinidad, un abnegado servidor en el hermano Renao, nombrado así en los documentos, sin especificar si pertenecía o no a religión alguna, pareciendo más probable lo segundo, aunque de hecho consagrado a la práctica de la caridad. Cuando murieron los dos, por el año 1594, la Villa otorgó escritura el 5 de noviembre , encomendando la asistencia de ambos hospitales a los hermanos de San Juan de Dios. No debió de prolongarse mucho tiempo tal asistencia, porque no se registra dato alguno posterior, y la ruina sobrevenida a la población, induce a sospecharlo, tanto más cuanto que el compromiso se limitaba al tiempo que tardara en habilitarse el de Simón Ruiz, en el cual habían de refundirse y éste vedaba en su testamento que se encomendara el suyo a donados o profesos de religión alguna.

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24 - PUERTA DE SALAMANCA, tirada en noviembre de 1872, sobre cuyo arco estaba la ermita de Nuestra Señora de la Esperanza. Por privilegio otorgado por los Reyes Católicos, los mercaderes portugueses que se aposentaban en esta calle, habían de dar para el culto de esta ermita seis maravedises por cada carga de mercadería. Ossorio refiere, pág. 41, como milagroso el hecho de haberse hundido este arco a las nueve del día sin daño alguno para nadie, por ser frecuentísimo el tránsito y sin menoscabo alguno para la venerada imagen. Asimismo refiere que en los años de peste que él conoció, particularmente en 1599, ninguno de los vecinos de esta calle murió, por la intercesión de la Virgen. No son raras por otra parte en las actas concejiles las alusiones a esta ermita cuya conservación fue siempre preocupación primordial para satisfacer el anhelo y devoción popular.

En este arrabal de Salamanca hubo otra ermita e iglesia de San Sebastián, cedida por cédula de la reina doña Juana en 1514 a los agustinos para monasterio que no llegó a realizarse.

En la bocacalle de la actual calle de Rafael Girando también hubo un portillo dicho de las Salinas, como la calle, por dar salida al paraje donde estuvo la ermita de Nuestra Señora de las Salinas y está hoy el Balneario.

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25 - PORTILLO DEL CARMEN Y CONVENTO DE SANTA ANA, de carmelitas descalzos, fundado primitivamente por Renciso, caballero de Ávila, que profesó en el mismo. La iglesia fue reedificada por Juan de Salazar, regidor de la villa a principios del siglo XVII, y sus ruinas, que sirvieron durante muchos años de juego de pelota, han subsistido hasta 1930. El retablo mayor de esta iglesia, en el que el Sr. Ponz reconoció esculturas tenidas por Gregorio Fernández., fue trasladado a la parroquia de San Esteban de Valladolid en 1870, para sustituir al destruido por el incendio, y es el mismo al que se han adaptado los nuevos relieves, obra del artista Sr. Granda, al restaurarse y convertirse dicha iglesia en Santuario de la Gran Promesa. El retablo e imagen de San José que se venera en la parroquia de San Miguel de ésta, proceden también de este convento, donde profesó y cantó su primera misa San Juan de la Cruz, actos representados endos grandes lienzos que fueron trasladados al convento de Santa Isabel. Algún culto se le sigue tributando al Doctor Místico en la capillita que subsiste, exponente de nuestra pobreza espiritual y material, porque el Santo, hermanamente hablando, merecía muchísimo más. Todo lector medinense y aún español, debe conocer los rasgos fundamentales de su vida, que son:

a) Nació SAN JUAN DE LA CRUZ en Fontíveros (Ávila), el 24 de junio de 1542, hijo de Gonzalo de Yepes, tejedor de sedas, y de Catalina Álvarez. Habiendo quedado huérfano de padre, vino con su madre a esta villa, apenas cumplidos los cinco años. Estudió las primeras letras en el colegio de la Santa Doctrina que patrocinaba Rodrigo de Dueñas, y prestó desde muy joven sus servicios en el hospital "de las Budas" (23 R. c.), cuyo administrador, Alonso Álvarez de Toledo, le dispensó su generosa protección, pudiendo asistir al mismo tiempo al colegio de la Compañía de Jesús (21 N. a). En 1563 tomó el hábito carmelitano en este convento de Santa Ana; hecho el noviciado, marchó a Salamanca para estudiar en su famosa Universidad por espacio de tres años, transcurriendo los cuales regresó a Medina y celebró su primera misa en 1567. Poco después abrigó el propósito, anhelando mayor perfección, de pasar a una orden religiosa mas austera, decidiéndose a ingresar en El Paular (Segovia), monasterio de Cartujos; Pero Santa Teresa de Jesús, que a la sazón hacía su fundación en esta villa, conoció sus intenciones y logró que las modificase en el sentido de iniciar, juntamente con el prior de éste de Santa Ana, Fr. Antonio de Heredia, la reforma de la propia orden carmelitana en el convento que fundaron en Durero (Ávila), adoptando entonces el nombre de Juan de la Cruz --antes llevaba el nombre de Juan de San Matías--. Consolidó nuevas fundaciones en Mancera, Pastrana, Alcalá y Ávila, donde encontró no pocas dificultades y contraducciones por parte de los enemigos de la reforma, quienes lograron conducirle preso a su convento de Toledo, del que por maravilla logró evadirse. En Almodóvar, Baeza, Granada, Córdoba, Mancha Real y Úbeda estableció nuevas fundaciones, y en esta última ciudad, donde era menos conocido y por tanto menos honrado --pati et contemni: padecer y ser menospreciado era su más vivo deseo---, enfermó y murió el 14 de diciembre de 1591 a los 49 años de edad. Su cuerpo fue trasladado al convento de Segovia donde hasta hoy se guarda como verdadera reliquia.

De las obras que escribió, no para que fuesen impresas sino para que, manuscritas, sirvieran a las personas que, ya del claustro, ya del siglo, se encomendaban a su dirección espiritual, pero que hubo que dar a la imprenta en 1618, y que se han traducido a muchas lenguas, se han conservado las siguientes: "Subida al Monte Carmelo", "Noche obscura del alma", La llama del amor divino" y " Cántico espiritual entre el alma y Cristo"; ésta, por cierto, dedicada a la ínclita medinense, venerable Ana de Jesús, priora del monasterio de Beas (Granada), a quien hemos de dedicar merecida mención biográfica (22 N. d). La colección Rivadeneira emite este juicio critico de la obra literaria del Santo castellano; "Floreció Juan de la Cruz en nuestro Siglo de Oro, en aquel siglo en que la Teología desplegó todas sus fuerzas y la poesía tendió sus alas; en aquel siglo en que España hace oír sobre el estruendo de sus armas vencedoras la poderosa voz de sus filósofos; en aquel siglo de esplendor y gloria en que abundaron a la vez los ilustres capitanes y los más grandes escritores. Alzóse entre tantos ingenios y fue desde luego una verdadera individualidad, un autor completamente original, un tipo. En vano le buscamos antecesores en nuestra historia literaria; en vano le buscamos descendientes; levemos siempre destacándose solo y aislado del fondo de su época, todo espiritual, profundamente místico, sumergido sin tregua en la contemplación de lo absoluto, predispuesto a la abastracción, al arrobamiento, al éxtasis; imprimió sin querer en todas sus obras el sello de su especialísimo carácter. En sus poesías distinguimos una novedad que nos sorprende; No es nunca el poeta elque habla, es su espíritu, es su alma que, ya recuerda la obscura noche en que dejando la cárcel en que vive, voló guiado del corazón al cielo y se juntó con Dios, su amado; ya pregunta por Dios a las criaturas y al hallarle, entra con él en dulces coloquios. ¡Qué delicadeza de sentimientos hay en cada quintilla, qué suavidad de expresión en cada verso, que misterio, qué abstraimiento en cada composición, en cada canto! Imágenes, frases, palabras, todo guarda la mayor armonía conla naturaleza de los asuntos... San Juan de la Cruz fue un escritor eminente, pero fue más que todo, un hombre de sentimientos, y nunca estuvo más grande, así en la prosa como en el verso, que cuando la naturaleza de los asuntos le permite ser poeta".

El mérito de la ciencia mística de San Juan de la Cruz ha quedado consagrado al proclamarle la Iglesia Doctor Místico en 1924.

b) Conventual de esta Santa Ana fue también el medinense Fr. RODRIGO NIETO, de quien dice Ayllón: "su ascendencia gozaba en esta villa de nobleza, pues la gozaba Gil Nieto, aquel desgraciado regidor, a quien los Comuneros arrojaron por los balcones de la casa de Ayuntamiento, que tal vez sería su abuelo. Se hizo visible y restimable en la región, no solo por su profunda sabiduría en las divinas letras, más también por el buen olor de sus virtudes, por lo que le hicieron dos veces Provincial de Castilla, que gobernó con singular aceptación de todos. Fue padre y mecenas de los aficionados y dedicados a las letras y a la religión. Escribió muchas obras y murió en Toledo, año de 1586, donde yace honoríficamente sepultado, bajo una losa de mármol, que tiene esculpida su efigie".

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26 - PUERTA DE ÁVILA, derribada en 1865. Inmediatas a ésta se construyeron en 1732 las Paneras de la Villa, edificio que, cuando Medina perdió las rentas de sus sernas en el primer tercio del siglo XIX, quedó sin aplicación, hasta que años adelante se le dio otro destino mucho más noble, el de Escuela de la Villa, que en el siglo actual se ha transformado en Escuela Graduada, pudiendo enorgullecerse de ser el único monumento que a Minerva han levantado el Estado y el Municipio hasta nuestros días.

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27 - MONASTERIO DE SAN SATURNINO de canónigos premostratenses, vulgo mostenses, de fundación antiquísima, atribuida al legendario Andrés Voca. Montalvo Asegura que perteneció hasta 1200 a los Templarios. Ossorio dice que tratando de fundar monasterios por las riberas del Duero algunos canónigos de la Regla que en Premostre (Francia) había fundado San Norberto, llegó a noticia a Andrés Voca, quien, edificado por las virtudes y privilegios que adornaban a tales canónigos, brindó al abad de San pelayo de Cerrato sitio y recursos suficientes para que fundasen en esta villa uno bajo la advocación de San Saturnino, y al efecto vinieron algunos religiosos franceses del mismo monasterio de Premostre que fueron recibidos con aplauso de toda la villa por la gran fama de santidad de que venían revestidos (cap. XI). Este paraje estaba a la sazón despoblado, pues conforme a su institución los religiosos habían de consagrarse a ejercicios contemplativos, incompatibles con el mundanal ruido; pero si ellos se alejaban del mundo --no mucho en verdad--, éste no tardó en rodearlos, porque Sergio el arrabal de Ávila y calles adyacentes, edificado en terrenos pertenecientes al monasterio, al cual pagaban censo enfitéutico más de 200 casas, unas más, otras menos, algunos hasta un jarro de agua, que, sin embargo, el procurador del monasterio cobraba religiosamente, dando su carta de pago para no perder el dominio.

Tuvo este monasterio parroquia y feligreses que le devengaron sus diezmos, conservando hasta el siglo XVI la pila bautismal, y estima Ossorio que la razón de perder la feligresía fue que, habiendo de ser pilongos (bautizados en la misma pila) los beneficiados de las demás parroquias, excepto también los de San Juan de Sardón, los feligreses de San Saturnino estaban privados de semejante derecho por causa de ser religiosos todos los clérigos de la misma, de donde fueron abandonando paulatinamente.

El abad de este monasterio, si bien dependía del de San Pelayo, era mitrado y celebraba de pontifical conforme a liturgia; y en las procesiones iba de mitra y báculo mientras circulaba la procesión por calles de su jurisdicción, más al entrar en la Puerta de Ávila, deponía la mitra y dejaba el báculo para recuperarlos cuando retornaba la procesión y entraba en calles de su abadía. De la competencia de estas dos jurisdicciones surgieron incidentes y demandas, para resolver las cuales el abad de San pelayo decretó el cese de la de este monasterio, dando tal contentamiento a la villa tal determinación que suplicó y obtuvo del rey Enrique I se le diese en compensación 115 fanegas de trigo de renta sobre las tercias de la villa. Otro privilegio tuvo este monasterio, muy discutido por cierto, para que sus ovejas pastasen gratuitamente en las dehesas de la villa.

Durante 300 años fue regentado por abades vitalicios no regulares, los cuales, más interesados en la congrua de sus parientes que en el bienestar del monasterio, enajenaron no pocos bienes y dejaron arruinar, en parte, el monasterio. Es instructivo a este respecto el testamento de

a) D. RODRIGO DE IBAR, uno de los últimos abades perpetuos que tuvo y que se guarda entre los documentos de la suprimida parroquia de la Antigua. Perteneció sin duda a familia de holgada economía, porque dejó cuantiosos bienes que no adquiriría, naturalmente, en el ejercicio de su sagrado ministerio, aunque es verdad que en una de sus cláusulas afirma categóricamente que "en Roma, de los frutos e intereses de mis oficios, se me deben al pie de mil quinientos ducados" y consta que autos consistoriales quela Villa le dio poderes para gestionar en la Curia Romana los pleitos que mantenía sobre patrimonialidad. Fundó dos capellanías en la capilla de la citada parroquia, y sorprende, dado su carácter abacial, que estableciera --o siguiera-- la pauta, poco canónica, pero muy medinense, continuada por otros, entre ellos Simón Ruiz, de mandar que "no se pueden entrometer para prever en ellas ni presentar capellanes contra lo por mí declarado. Su Santidad ni arzobispo ni obispo ni otro prelado, si no fuera para un cuanto a la guarda e conservación destas mis capellanías, so pena de que, si se entrometieran en algo dellas, por el mero fecho, aplico los juros e bienes a mis herederos", que fueron sus sobrinos. Resulta también que el buen abad era una especie de Monte de Piedad, porque dispone que "se me deben sobre prendas que tengo en mi poder de mujeres y hombres pobres, dineros que sobre ellos les he prestado, e mando que se les devuelva las dichas prendas a todos ellos sin les cobrar lo que sobre ellas les presté... Item mando que si alguna persona viniere jurando que yo le debo fasta en cantidad de seisreales, se les pague, sin exigir probanza alguna..." (Esta cláusula no era rara en los testamentos de la época y cuando menos prueba que se concedía más virtualidad al juramento, o que se tenía por absolutamente insólito el perjurio). Y termina su testamento otorgado en Coca de Alba (Salamanca) en 20 de noviembre de 1575 sin mencionar a su monasterio de San Sadornín de Medina del Campo para otra cosa que para que los monjes del mismo permitiesen sacar los cadáveres de sus padres, que yacían en la iglesia del mismo, `para ser sepultados junto a él en su capilla de la Antigua, "mediante que está mandado por el Consejo Real, y se hallará entre mis escrituras".

No cabe duda que con los abades que así se desinteresaban de su monasterio, éste decayera a ojos vistas, hasta que a petición de Felipe II cesaron los abades perpetuos, renació la observancia y volvió el bienestar, siendo el que gozaba mejor patrimonio al tiempo que la exclaustración y desamortización. Los restos que aún subsistes son los muros rebajados de una de las naves de la iglesia.

b) corresponde dar aquí alguna noticia de ANDRÉS VOCA, personaje histórico sin duda, pero a quien la leyenda ha revestido de carácter fabuloso, supliendo con hiperbólicas invenciones la carencia de datos. Si damos crédito a la crónica premostratense del monasterio de la Vid, resulta: Que Andrés Voca o VOCH, así le llama, procedíade Tolosa de Francia, y de allí trajo la reliquia de San Antolín; que a su paso por Pamplona dejó otra reliquia de San Saturnino, llamado allí San Fermín, elegido desde entonces Patrono de Navarra, quedando cuantiosas limosnas para levantar un templo; que llegado a Medina se dedicó a la agricultura, con tanta fortuna que llegó a poseer ¡300! yuntas de bueyes, y que desenado ofrecer a Dios lo que con tanta largueza recibida, levantó, además de este monasterio, la primitiva iglesia de San Antolín y la antigua parroquia de Santiago; que acompañó al Rey Alfonso VIII en la batalla de las Navas, haciéndole donación por testamento del castillo que había edificado para protección del monasterio y de la villa; que hizo, en fin, a este monasterio mercedes sin cuento...

Emparentado con este relato está la anécdota que refiere Ossorio (cap. IX) en estos términos: "...la envidia que siempre hace su oficio y más contra hombres ricos, le puso a mal con el rey, diciendo que no era posible sino que Andrés Voca hacía moneda en su casa y le dijeron algunas razones falsas que tenían alguna apariencia de verdad; de manera que el rey le envió a llamar para averiguar la verdad, aunque tenía de él muy buen concepto, pero para satisfacer a sus émulos se vino a ver con el rey y le honró lo mejor que pudo, porque le había hecho muchos empréstitos y socorros para sus guerras y necesidades, y le dijo: --Sábete, Andrés, que me han dicho que haces monade en tu casa: ya sabes cuán grave es el caso; dime lo que hay en esto. Andrés Voca le contestó: --Señor, quien lo ha dicho dijo la verdad, a V. A.; pero suplico que, ya que he confesado mi delito..., que antes que se proceda contra mí, V. A. me haga una merced, y es que mañana a las nueve de la mañana, vaya a mi casa a ver los monederos que hacen la moneda, y prometo a V. A. que por la ida y por honrar mi casa con su presencia, he de hacerlo en gran servicio. El rey gustó mucho del modo que Andrés Voca le respondió y le prometió ir a su casa alsiguiente día, y así o hizo...; llegado cerca de la casa de Andrés Voca, oyó tanto ruido de martillos y otros instrumentos que en cierta manera lo hacía creíble; entrando en la casa vio tantas fraguas y tantos oficiales labrando rejas para los arados... y que los criados del campo iban saliendo con tantas yuntas de bueyes, que quedó el rey admirado... y díjole Andrés: -- Vea V. A. de la manera que se hace moneda en mi casa, pero en pago de esta merced que me ha hecho de honrar mi casa con su presencia, prometo de poner por el suelo el castillo viejo que está en la ciudadela y hacerle otro que desde los puertos de mar no se halle otro como él. Aceptó el rey el servicio...; puso por obra luego Andrés Voca la fábrica del castillo, y con el gran aparejo de bueyes y dineros... en breves años acabó el castillo que ahora llaman la Mota..."

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28 -PARROQUIA DE SAN FACUNDO Y SAN PRIMITIVO a la que fueron agregadas oportunamente San Nicolás y San Pedro. Existió como tal hasta el arreglo parroquial de 1885 en que quedó a su vez incorporada a San Antolín hasta el año de 1914, en que fue declarada ruinosa. Posteriormente, en 1919, fue derribada, sin librarse del fatal destino, la esbelta y sólida torre, víctima propiciatoria del afán demoledor que parece ha sido obsesión de los medinenses. El concejal D. Juan Molón Mier defendió en la sesión de 10 de noviembre de 1920 la conveniencia de respetarla por razones de ornato, prestancia y embellecimiento de lapoblación y aun por la utilidad que pudiera prestar en un porvenir incierto. Fue más conveniente la argumentación de otro concejal que amedrentó a sus colegas con el espectro de la catástrofe que pudiera originar un día de fuerte vendaval...

Antigua calle de Ávila, hoy calle de Simón Ruiz. A la derecha, antigua parroquia de San Facundo y San Primitivo, actualmente, año 2013, Multicines Coliseo. Al fonso Plaza Mayor de la Hispanidad.
Antigua calle de Ávila, hoy calle de Simón Ruiz. A la derecha, antigua parroquia de San Facundo y San Primitivo, actualmente, año 2013, Multicines Coliseo. Al fonso Plaza Mayor de la Hispanidad.
Antigua calle de Ávila, hoy calle de Simón Ruiz. A la izquierda, antigua parroquia de San Facundo y San Primitivo,en el año 2013, Multicines Coliseo.
Antigua calle de Ávila, hoy calle de Simón Ruiz. A la izquierda, antigua parroquia de San Facundo y San Primitivo,en el año 2013, Multicines Coliseo.

En su solar ha sido construido, año 1933, el Cine Coliseo, obra del arquitecto D. Constantino Candeira, quedando adosadas a la portada cuatro medias columnas estriadas pertenecientes a la misma iglesia.

En ella estuvo enterrada, por ser feligresa, doña María de Montalvo, primera mujer de Simón Ruiz, y esta insigne bienhechora de Medina también lo estuvo provisionalmente hasta que posteriormente fueron inhumados sus restos y los de sus dos esposas en el panteón de su propio hospital. Tal cariño y devoción sintió por ésta su parroquia, que dispuso en testamento que los sucesores de uno de sus mayorazgos habían de ser para siempre jamás feligreses de San facundo. La casa contigua del lado de la Plaza fue la suya solariega, y asimismo dispuso lo fuera para siempre de su mayorazgo, a quien impuso la obligación de gastar en sus reparos y mejoras un mínimo de cien ducados anuales.

a) De esta iglesia fue beneficiado D. PEDRO DE AVENDAÑO, en la primera mitad del siglo XVII, natural de esta villa e inspirado poeta, de vasta y amena erudición, que dejó escritas interesantes obras teológicas y morales que vieron la luz pública después de su muerte.

b) Frente a ella estaba la suntuosa morada de JUAN PASCUAL, hacendista influyente en los reinados de Felipe II y Felipe III. "Sus padres, dice Ayllón, fueron Sebastián Pascual, natural de Torrecilla de los Cameros y oriundo del valle de Zárate... de donde vinieron sus antepasados a esta villa, y doña Francisca Ruiz del Corral, de familia muy distinguida de Medina... Los cargos en que sirvió a los Reyes son tantos que apenas se hallará otro que lo haya igualado. En todos se portó con la mayor limpieza, integridad y celo, por lo que mereció que el rey Felipe III le sublimase a su consejero de Hacienda, en cuyo ramo se hizo tan eminente que se le confiaban asuntos más delicados e interesantes, y se atendía a sus pareceres como a decisiones las más categóricas... Felipe II le hizo merced de los pegamentos generales de las Guardas de Castilla, gente de guerra del reino de Navarra, galeras de España... con calidad que los pudiese servir por ministerio de sus tenientes en atención a ser necesaria su asistencia en la Corte para el expediente de los negocios del real servicio... Su desinterés llegó a tanto que, ofreciéndole los judíos cien mil ducados por que no les fuese contrario en la Junta donde se trataba de su perdón..., dijo al agente de ellos le hiciese una cédula firmada de su nombre de la expresada cantidad, como en efecto se la hizo, y tomándola se la envió al Duque de Lerma, para que la presentase a S. M. y la rompiese, diciendole que por cuantos tesoros hay en el mundo no habría cosa que entendiese era contra el real servicio, y que por tanto era de sentir no les concediese el perdón por seguirse grandes inconvenientes... Murió a los 41 años en 10 de febrero de 1605. Su muerte fue generalmente sentida, porque su general beneficencia le hizo de todos bien quisto, y en él hallaban socorro, consuelo y protección cuantos le buscaban... Su padre hizo construir en la calle de Ávila de esta villa una magnífica casa el año 1538, cuyo arquitecto fue sin duda Alonso Berruguete, que se hallaba aquí por aquellos tiempos... porque lo bien trabajado en los ornatos de escultura, bichas y caprichos en la decoración de ventanas, frisos y capiteles, está publicando la excelencia y magisterio de su autor... Su patio interior era de columnas corintias, con arcos adornados de cabezas en las enjutas, grutescos y otros caprichos de mucha variedad, como producciones de una imaginación tan fecunda... Conócenla aquí por la casa de la Inquisición por haberse alojado en ella este tribunal cuando se trasladó a esta villa la Chancillería de Valladolid por los años 1602, 3 y 4".

Inmediata a esta casa, donde la actual de doña Antonina Giraldo, estuvo la del mayorazgo de los Fernández Polanco, prestigiosa familia de rancio abolengo.

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29 - CONVENTO DE SAN FRANCISCO, de fundación muy antigua, puesto que en el año 1313 ya se hallaba noticia de su guardián, Fr. Pascual, quien autorizó con su firma una copia del original del concilio de Zamora, celebrado en dicho año. Fue víctima de dos incendios, uno en 1491 y otro cuando el desastroso de la guerra de las Comunidades, 21 de agosto de 1520, juntamente con cuantiosas y riquísimas mercancías que allí solían almacenar los feriantes. Restaurado nuevamente, con iglesia suntuosa, la más capaz de la villa, volvió a ser incendiado por los franceses en la guerra de la Independencia, sobreviviendo ya en precario hasta la exclaustración de 1835.

Inmediata a él estuvo una ermita dedicada a San Ginés.

Parte integrante de este convento fue la capilla de la V.O.T. de San Francisco adquirida por el Municipio y destinada a diversos usos.

a) Honores de santidad recibió en este convento, aunque la Iglesia no le haya proclamado como tal, el medinense Fray JUAN DE ZUAZO, de cuyas virtudes y santidad hacen encendido panegírico Ossorio y Ayllón. Fueron sus padres D. Juan de Zuazo y doña Ana de Barrientos, de dos familias de las más nobles, que cuando el incendio de las Comunidades acogieron hospitalariamente en su casa a los religiosos de San Francisco que quedaron sin albergue. Por ser el primogénito, le correspondía el derecho la inmediata sucesión de mayorazgo, pero él, más inclinado a las prácticas piadosas que a los ejercicios caballerescos, abandonó la capa paterna y se presentó en la cartuja de Aniago, pidiendo ser admitido. No lo fue porque los monjes recelaron que su delicada y regalada juventud pudiera soportar las austeridades de aquel instituto. Cerrada para él esta puerta, pidió le abrieran la del convento del Abrojo, situado sobre las márgenes del Duero; más aquí experimentó igual repulsa, acaso por los mismos motivos. Presentóse entonces en el de San Francisco de Valladolid y allí tuvieron satisfacción sus ardientes deseos. Terminado el noviciado, recibida la profesión y cursados los estudios, fue Fr. Juan de Zuazo modelo de la más perfecta observancia. Con licencia de los superiores quiso pasar a visitar los Santos Lugares para lograr ocasión de predicar a los infieles la fe cristiana y confirmarla, si el caso llegaba, con su sangre. En compañía de otro religioso pasó primero a Jerusalén y después a Alejandría de Egipto, y más parte a El Cairo, y con santa intrepidez dirigieron sus pasos hasta lograr entrar en la corte del Soldán y anunciar, con acento de iluminados, los misterios y dogmas cristianos entre aquellos sectarios de Mahoma. Tal conducta les valió no tardando el encarcelamiento y después el martirio que sufrieron por el año 1550. Unos mercaderes venecianos pudieron r4escatar la cabeza del mártir medinense y la trajeron consigo a Venecia, en cuya catedral es tenida en gran veneración. Y termina diciendo Ayllón: "En la iglesia de PP. Franciscanos de esta villa se ve la estatua de este Santo arrodillado, colocada en su altar al lado del evangelio, fundación de sus antepasados"

b) Ilustre franciscano medinense fue Fr. JUAN DE PINEDA, que no ha de confundirse con su homónimo y coetáneo jesuita, quenació en Sevilla en 1557. Buen filósofo e instruido en las letras sagradas y profanas fue el franciscano de Medina infatigable colector de monumentos literarios. Compendió las actas escrita por Rodríguez de Lena y las dio a la imprenta con el título de "El paso honroso de Suero de Quiñones". Lucas Wadding, en su obra "De scriptoribus ordinis minorum" afirma que no se comprende cómo le quedaba tiempo para escribir, tratándose de un hombre que tantos libros leyó, o paras leer quien tantos volúmenes escribió; y le atribuye las dos obras tituladas: "Chiliadas universi" y "Hecatompaeon" o "Magnum opus latinorum sermonum". Antonio Daza en su "Historia ordinis minorum" dice que Pineda fue autor de los "Commentaria in Symbolum Sancti Athanasii", y que las obras llenarían 6.826 pliegos. De modo cierto se le atribuyen estas tres obras: "Agricultura Chistiana", "Historia Universal del mundo", en 30 libros, e "Historia maravillosa de la vida de San Juan Bautista", impresa ésta en Medina en 1604. El P. Miguer Mir, refiriéndose a la "Agricultura Chistiana" dice en "El centenario Quijotesco" (1905): "Los 35 diálogos del doctísimo e ingeniosísimo padre Pineda atesoran más riquezas de lenguaje, más viveza de locuciones, más preciosidad de modismos, más fondo, en fin de frases y vocablos que todas las obras de Cervantes". Acabó sus días este polígrafo medinense siendo conventual de este convento, por el año 1593, cuando era ya octogenario. Su nombre figura en el "Catálogo de Autoridades de la lengua", publicado por la Resal Academia.

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30 - PALACIO REAL. Aunque hubo en Medina otros palacios al servicio de los Reyes --uno junto a San Andrés, que dio el rey Juan II de Navarra a la familia de los Rejones, y otro que la reina Dª. Leonor convirtió en convento de Santa María la Real--, el que albergó por más tiempo a los Reyes, desde San Fernando, fue el que aquí estaba emplazado, por su puerta principal a la Plaza (sitio llamado Potrillo). La última persona real que debió habitarle de modo estable fue la emperatriz isabel que aquí pasó todo el año 1532; y de modo pasajero el rey Felipe II en la visita que hizo a Medina en 1592, ya que el 9 de junio libra el Concejo maravedises para "reparar el palacipo real para la venida de su maj.". En cambio, cuando en 1556 estuvo ésta el rey Carlos I, de paso para Juste, ya se alojó en el Palacio de Dueñas (23 N.).

Mucho distaría para ser comparable en magnificencia con los palacios que en los tiempos modernos han servido y sirven de morada a los Reyes, pero hay un testimonio irrecusable de su relativa suntuosidad. El noble bohemio León de Rosmital de Blatna que viajó por España de 1465 a 1467, y que dejó sus impresiones en "Viages por España", dijo refiriéndose a nuestra villa: "En Medina hay una casa amplia y labrada con magnificencia y riqueza, en la que han nacido dos reyes, uno de Aragón y otro de Navarra". Su amplitud es patente por el hecho de extenderse hasta la calle del Rey y ronda de Gracia, donde estaba el Portillo del Rey, o salida del Palacio en la muralla. Lo mismo se desprende de la carta en que "el que se decía rey" Alfonso, en 20 de septiembre de 1465, hace merced a Juan Patyno, vecino de, Medina del Campo, de la alcaldía "de las mismas casas e palacios e huerta que son en la dicha villa de Medina". En el mismo se hicieron obras importantes el año 1504, año de la muerte de la reina Isabel, porque en Real Cédula que copia Martí Monzó en "Estudio histórico artístico relativo principalmente a Valladolid" se dice: "Paguedes a Pedro de Malpaso, cintino de mi casas... para acabar de fascer la sala grande de los palacios de Medina, sesenta mil maravedises. Para fascer otra sala en el tercero patio de dicho palacio e otras cosas, ochenta mil maravedises"

N. El académico Sr. Llanos y Torriglia ha publicado en el nº. CX del Boletín dela Real Academia de la Historia estudios muy interesantes sobre este palacio y sobre la Mota, tratando de fijar el sitio preciso de la muerte de la reina Isabel I de Castilla, en el cual hemos visto las últimas referecias y otras que seguirán.

a) Fue este palacio escenario de grandes acontecimientos. En el tuvo lugar la cruenta tragedia perpetrada un día de la semana de Ramos del año 1355, de orden del Rey D. Pedro, "que fizo matar ensu palacio, en la siesta, a Pero Ruy de Villegas, adelantado mayor de Castilla y a Sancho Ruy de Rojas".

Aquí mandó aposentar el rey D. Juan II a D. Fadrique, conde de Luna, hijo natural del rey D. Martín de Sicilia "al cual salió a recibir asaz trecho de la villa, e le hizo mucha honra... El Rey le mandó aposentar dentro de su palacio y así estuvo allí aposentado quanto el Rey estuvo en Medina"

"En la torre questá junto al palacio Real" moraba el condestable D. Álvaro de Luna cuando D. Juan II dijo a Pero Manrique: "Adelantado, por algunas cosas que cumplen a mi servicio, yo vos mando que vades con el Condestable a su posada... en la torre..."

En el mismo moraba D. Juan II cuando la sorpresa de Medina por la gente del rey de Navarra y señor de la Villa (51)

Pero éstos y cualesquiera otros acontecimientos quedan eclipsados por el hecho de haber sido la casa que por más tiempo albergó a la Reina Católica en sus funciones de Soberana. Solo de una vez consta que moró en la Mota (29 N, e). Todas las demás estancias de los Reyes Católicos --frecuentas y prolongadas-- fueron en este palacio, cuya desaparición lamentará siempre Medina, reprochándose justificadamente el no haber sabido conservarle cual preciadísima joya, para que hubiera servido --ninguno otro con mejor título-- de Casa de la Hispanidad. Sobre todo después de haber quedado fuera de toda duda el hecho de haber recogido, también, el último suspiro de la Reina Inmortal.

La ruina material sobrevenida a Medina fue, quizá, causa de que olvidara esta circunstancia que debió de quedar imborrable en lamemoria de cuantas generaciones de medinenses se han ido sucediendo, y despreocupada del caso, que si fuera baladí, dejó que otros, menos interesados, le discutieran. Afortunadamente quedó un testimonio incontrovertible e incontrovertido en el Libro de Acuerdos del Ayuntamiento correspondiente al año 1547. Ausentes los Reyes, al parecer de modo definitivo, de esta villa, no se veía que tuviera ya finalidad práctica su Palacio. Por eso en el citado año la Villa del Rey que la permitiera celebrar sus ayuntamientos en la Casa Real "questá encima de la puerta hacia la Plaza Mayor" mientras se celebraban las fiestas, cuyas muchas exigencias llenaban los amplios locales del propio Consistorio; así como también, poner el Peso "en laguna otra pieza de la dicha casa que sea conveniente pa ello". Sin dificultades fue concedida tal merced por Cédula de 5 de febrero del mismo año. Pero un regidor, Francisco Díez de Mercado (o Díaz, en ambas formas aparece) hizo consignar su voto contrario en comparecencia diligenciada el 10 de marzo, diciendo textualmente: ".. su alteza no fue bien informado, como convenía a su servicio ni a la intimación y reverencia que se debe a la dicha casa Real porque no conviene que cosa que vive ni de bajo trato ni de aún de alto esté en la dicha casa, ni nunca jamás estuvo, quanto más que no hay casa en toda Castilla a quien tanto acatamiento se debe por ser tan antigua y haber nascido en ella tanros Reyes y príncipes, como es notorio, y que es justo que agora se tenga en menos, y aunque por más no fuese de haber muerto en ella la nuestra señora de gloriosa memoria, porque fue tanto el amor muy alta e muy poderosa y esclarescida Reina doya Ysabel y voluntad de todos los Reyes han tenido a esta casa que ella quiso morir en ella, y antes le parece que pues el emperador e Rey nuestro señor, con grandes gastos que tiene y ocupación no la manda reparar ni menos estar en ella, pues no está en nuestros Reinos, que la villa gaste y repare en ella en cada un año hasta en cuantía de mil ducados, pues se puede hacer y será en servicio de su maj. y en nombramiento de dicha Villa...". Ennoblecida sobremanera habría sido Medina con la conservación del palacio como dijo el buen regidor que a la sazón --en 1547.. era el decano; en 1515 ya era regidor; en 28 de agosto de 1520 firma la carta en que la Comunidad de Medina del Campo, dirigiéndose a la de Valladolid, puntualizó determinados extremos respecto al incendio de la villa y en 1524 fuenombrado administrador del Hospital Real de Santiago de Galicia. Se trata, pues, del testimonio de quien, en edad de sobrado discernimiento, presenció el luctuoso acontecimiento; enunciado por añadidura sin contradicciones ante quienes fueron asimismo testigos de vista o de oída de un hecho reciente.

Pasado el siglo XVI, desaparecidas las ferias y con ellas casi todo el completo el Peso que le ocupaba, el descuido consiguiente a la gran pérdida de la villa, motivó la completa ruina del Palacio. En 1603 establecida aquí la Chancillería, acordó nuestro regimiento pedir al Rey "que mande hacer la dicha Chancillería y cárcel en la casa del palacio y sitio que tiene por ser muy bueno para este efecto y que con esto se repare y quede en pie la dicha casa que está caída y arruinada". No sucedió tal fortuna aunque últimamente, ya en el siglo XIX se habilitaron los últimos restos, chapuceramente recompuestos, para cárcel de partido. Ante el rey Felipe IV cedió una pertenencia del mismo para edificar el convento de Recoletas, que por fin no utilizó. Carlos II cedió igualmente al Cabildo Mayor, en 12 de agosto de 1673, parte de las habitaciones que tenían mirador a la Plaza, única porción que fue modestamente restaurada den la forma que alcanzaron a ver los medinenses más ancianos, y en estilo parejo al del Arco sobre la calle de Salamanca (hoy Gamazo). Su balcón sirvió para que los eclesiásticos presenciaran los regocijos públicos, y la habitación interior se utilizó en algunas ocasión de escuela. A este local le alcanzó la eficacia de la desamortización pasando a propiedad particular.

N. Los acontecimientos referidos constan en la Crónica de Ayala, año VI, cap. III; en la de Juan II, año XIII cap. V y año XXIV, cap. VI. D. Manuel Danvila copia la carta de la Comunidad de Medina en el tomo I de su "Historia de las Comunidades de Castilla", pág. 522. Diego de Muros, en artículo inserto en "El Correo Gallego" del 15 de noviembre de 1943, ha detallado los particulares de la administración ejercida por Díez de Mercado en el Hospital Real de Santiago.

b) Ningún otro lugar lugar más adecuado que éste para estampar unos rasgos biográficos de la Reina Católica.

Aunque el Cura de los Palacios escribiera que doña Isabel nació en Ávila, y Colmenares, historiador segoviano, afirmara que en Madrid , tiénese por cierto que fue su cuna Madrigal de las Altas Torres, según testimonio de Marineo Sículo, cronista de los Reyes Católicos, corroborado por el Dr. Toledo en su ·"Cronicón de Valladolid", donde dice textualmente: "Nació la Santa Reina Católica, dola Isabel, fija del rey D. Juan II e de la reina Isabel su mujer, en Madrigal, jueves XXII de abril, IIII horas y II tercios de hora después de mediodía, 1451 años". Quien tan minuciosamente trasladaba a su diario la noticia, era médico de la misma doña isabel, de cuyos labios pudo recogerla, mereciendo, por tanto el mayor crédito.

Poco se sabe de su infancia pasada con su madre en el castillo de Arévalo. En 1462 fue llevada a la Corte con su hermano Alfonso para jurar por heredera del trono a la Beltraneja, pero volvió pronto con su madre que había de necesitar sus filiales cuidados por padecer la triste dolencia que heredó su nieta doña Juana. Es, pues, de considerar que la soberana cordura de doña Isabel resplandeció entre la demencia de la madre y la locura de su hija. Cómo cumplió sus deberes filiales nos lo dice "El Carro de las Donnas": " esto me dijo quien lo vido por sus propios ojos; que la reina doña Isabel nuestra señora, cuando estaba en Arévalo visitando a su madre, ella misma por su persona servía a su misma madre. E aquí tomen ejemplo los hijos que han de servir a sus padres...". Muchos solicitaron su mano, siendo los principales: el príncipe de Viena, Alfonso V de portugal, un hermano del rey de Francia y otro del de Inglaterra, y don Fernando que fue su esposo. A esta lista podía añadirse el maestro de Calatrava, don Pedro Girón (36 R. c.). Las preferencias de doña Isabel siempre y fueron para su primo don Fernando, de su misma edad (un año menos), " de mediana y bien compuesta estatura, rostro grave, blanco y hermoso, el cabello castaño, la frente ancha con algo de calva, ojos claros con gravedad alegre, nariz y boca pequeñas..., bien formado de espaldas y muy brioso a pie y a caballo", según el retrato que hace de él Colmenares. Y la discreta doña isabel, para resolver con conocimiento de causa en asunto tan importante, envió a su capellán, Alonso de Coca, a visitar sicesivamente las distintas cortes para que le informase lealmente de las calidades de los pretendientes. Estos informes resultaron favorables a D. Fernando, de quien dijo en buen capellán que era "un mozo muy gallardo y dispuesto para cualquier cosa que hacer quisiese". La resolución, pues, fue tomada y el proyectado enlace tuvo realidad en Valladolid en la casa de Juan de Vivero (actual Audiencia) el 19 de octubre de 1469, no sin sortear dificultades y asechanzas urdidas por el rey don Enrique a quien desagradaba unión tan venturosa.

Escena que recrea la proclamación en Segovia de Isabel la Católica como Reina de Castilla. / EL NORTE
Escena que recrea la proclamación en Segovia de Isabel la Católica como Reina de Castilla. / EL NORTE

Cuatro años vivieron como príncipes don Fernando y doña Isabel, acatando la autoridad del Rey, pero con su corte y comitiva propias, recibiendo el homenaje de los pueblos tan entusiastas para ellos como huraños y desabridos para don Enrique. Fallecido éste en Madrid, fue proclamada doña Isabel en Segovia el 12 de diciembre de 1474. Suscitóse luego la guerra civil, promovida por los partidarios de la Beltraneja, con el decidido apoyo de Portugal, cuyo rey Alfonso V había de casas con aquella. La victoria lograda por don Fernando en Toro, 1 de marzo de 1476, puso definitivamente la corona de Castilla en las sienes de la Reina Católica. Tuvieron entonces los tordesillanos la ocasión de admirar la acendrada piedad con que doña Isabel imploraba del Cielo el triunfo de su causa, y logrado éste, las humildad conque daba gracias a Dios, asistiendo, descalza, a la procesión celebrada con tan fausto motivo desde su residencia de Santa Clara hasta la iglesia de San Pablo.

Eliminada toda competencia al trono, consagróse doña Isabel a poner orden a la administración del reino, comenzando con garantizar la seguridad personal y limpiar los caminos de malhechores que, como consecuencia de tantos años de luchas intestinas, infestaban campos y ciudades. La Santa Hermandad, en cuya institución y reglamentación tuvo parte principal el medinense Alfonso de Quintanilla, se hizo cargo de la persecución y castigo de los delincuentes de todas clases y categorías, y para devolver a la justicia el prestigio que le faltaba y era menester, y para dar ejemplo, ella misma daba audiencia y fallaba pleitos. "Acuérdome, escribió Fernández de Oviejo, verla en el Alcázar de Madrid con su marido, sentados publicamente por tribunal todos los viernes, dando audiencia y chicos y grandes, cuantos querían pedirle; e a los lados, en el mismo estrado alto, estaba un banco de cada parte enque estaban sentados doce oidores... En fin, aquel tiempo fue áureo e de justicia, e el que la tenía valíale. He visto que después de Dios se llevó esta santa reina es más trabajoso negociar con el mozo de un secretario que entonces era con ella e su Consejo, e más cuesta".

Ruidoso fue el caso del Halconero de Medina. Era éste, Álvar Yáñez de Lugo, magnate gallego que comenzó ejerciendo aquel oficio de cetrería cerca del rey Juan II, y que se estableció y afincó en Medina (núm. 13 de la actual calle de Claudio Moyano, entonces Herrería). Cegado por la ambición, no satisfecho por la opulenta posición que disfrutaba, llegó a violentar a un escribano para firmar un documento público falso, y para ocultar este delito, le mató y enterró en su propia casa. Descubierto el crimen y condenado Álvaro a la última pena, ofreció por su vida 40.000 doblas de oro para la guerra contra los infieles (componenda que entonces estaba expresamente autorizada por usos y costumbres y hasta por los fueros, y que era en extremo halagadora porque tal suma superaba a la renta anual de la Corona), pero la Reina rechazó la proposición y el "Halconero" fue degollado. Celosa de su buen nombre doña Isabel "hizo merced de sus bienes a sus hijos para que las gentes no pensasen que movida por codicia había mandado hacer aquella justicia". En efecto, las progenie del magnate gallego disfrutó en Medina preeminente posición en los dos siglos posteriores.

Dos tareas principales embargaron seguidamente el ánimo de doña Isabel; la guerra para la reconquista de Granada y el descubrimiento de América. La fundación de la ciudad de Santa Fe, en sustitución de los campamentos destruidos por un incendio, es un símbolo revelador de la fe que impulsaba a la Reina y de la perseverancia con que multiplicó sus actividades para prevenir y proveer de todo. "Ella cuidaba, dice Clemencín, de las previsiones y reclutas del ejército, de la seguridad de la frontera y de las comunicaciones...; mandaba armar naves en Vizcaya para interceptar los socorros de África y apoyar las operaciones delas tropas, y cuando faltaban provisiones se montaba a caballo y se venía a Arévalo y Medina a las que llamaba las paneras de Castilla".

Por lo que hace el descubrimiento de América es, sin duda, la empresa que más glorifica a la reina isabel, aún relegando a la categoría de leyenda el supuesto de la venta de las joyas para sostener el equipo de la escuadra, S. S. León XIII, en la encíclica que escribió con motivo del Centenario de Colón, decía: "Aquella piadosísima, varonil y excelsa mujer, es la que leyó mejor que nadie en la mente del preclaro varón", favoreciendo en la persecución de su grandiosa empresa y escudándola contra las calumnias de sus enemigos: como después sostuvo a Cisneros en todas sus reformas, y prestó ayuda a Gonzalo de Córdoba; las dos figuras más excelsas que ha producido nuestra patria en sus órdenes respectivos. Porque doña isabel tuvo el don del acierto en la elección de las personas, y conde resultó que España en su tiempo estuviera maravillosamente servida por hombres eminentes en todos los ramos.

De su interés por Medina da idea el siguiente relato de Ossorio, pág. 142: "Estando estos Católicos Reyes sobre Granada en la guerra contra los moros... le sucedió a esta villa una gran desgracia de un incendio muy grande que en ella hubo, en el cual se quemaron muchas calles y riquezas... Pues sucedió que visto y sabido este incendio por los regidores de Valladolid, y de manera y gran ruina que esta villa había quedado, procuraron, como personas que siempre han sido cuidadosas del aumento de su república, a acudir a hablar a los Reyes... para que les hiciesen merced que los pegamentos y ferias que se hacían en Medina, se hiciesen en Valladolid, atento al gran número de casas y calles que se habían quemado, y que no había donde los negocios se pudieran hacer. La Reina les dio muy buen oído, y como siempre quiso a Medina tanto, les preguntó: ---Tal y tal calle ¿se han quemado? Respondiéronla que sí. Preguntoles por otras muchas y a todas le respondieron que sí. Y al cabo, como burlando, dijo: --Venid acá; una laguna que está cabe la parroquia de San Nicolás, ¿quemóse? Respondieron los regidores: --Señora, esa no pudo quemarse. Pues andad con Dios, que sobre ella quiero que se hagan los pagos. Vista esta respuesta no aguardaron más... Favorecieron tanto estos Católicos Reyes a esta villa, que si iban a tratar con ellos negocios que sufrían dilación, decía: --Dejad todo para cuando estemos más despacio en nuestra villa de Medina del Campo. Pues les parecía que no tenían sosiego sino cuandoestaban en Medina".

Aquí resideron, en efecto, temporadas relativamente largas, particularmente en las contadas ocasiones en que los negocios de Estado hicieron separarse a los augustos esposos, doña Isabel solía esperar as D. Fernando en esta villa. Consta que ambos reyes estuvieron en 1475, en 1476, desde el otoño de 1480 hasta la primavera de 1482 (salvo una corta excursión a Cataluña), todo el invierno de 1488 después de una larga campaña en Andalucía, y todo elverano de 1497.

Tal vez a esta última se refiere el glorioso episodio que narra también Ossorio (incompleto en la copia que publicó don Ildefonso, pág. 151, por lo que traslado otra, coincidente, en este punto, con la que atesora la Real Academia de la Historia). Dice así: "Acabadas las guerras del reino de Granada... queriendo ya descansar de los grandes e increíbles trabajos que en ella habían tenido, se vinieron a esta villa de Medina porque en ella era el centro adonde se solazaban, y estando en ella con su corte ordenaron el hacer procesiones y grandes fiestas en acción de gracias por las misericordias que el Señor les había hecho... Para esto mandaron hacer suntuosas procesiones, que la una fue desde la iglesia Mayor hasta Nuestra Señora de la Antigua y la otra desde dicha iglesia hasta el convento de Nuestra Señora la Real... y luego se oredenaron regocijos de toros y juegos de cañas... Fueron tan solemnes y gustosas las fiestas que al tiempo que se iban acabando, estando la Reina en su balcón de su Palacio, mandó llamar a uno de los escribanos que andaban en el regocijo, que se llamaba Juan Ruiz del Corral, y le dijo: --Habéislo hecho como muy nobles caballeros. Y por modo de entretenimiento para significar el grande gozo que con las fiestas había recibido, añadió: --Quiero que me deis por testimonio las suntuosas fiestas que se han hecho. --Haré lo como Vuestra Alteza me lo manda, le respondió, que tanto me precio de ser escribano como caballero. Diciendo esto levantó la marlota en ademán de querer sacar las escribanías, y esto le dio tanto gusto a la Reina que le dio pie para responder: --Yo os tengo por tan buen caballero como escribano, y me holgará mucho que Dios me diera de mi Fernando tres hijos, que el uno fuera heredero de mis Reinos, y otro arzobispo de Toledo y el otro escribano de Medina del Campo. Esto fue muy celebrado en aquel tiempo y hoy día lo es en esta villa que los viejos y los niños lo refieren".

Esta predilección por Medina fue efectiva y práctica; numerosas son las disposiciones de buen gobierno, las cédulas, decretos y pracmáticas fechadas en Medina del Campo. Aquí se arregló el desbarajuste económico y la depreciación de la moneda. Por ella las ferias de Medina conservaron y aún acrecentaron su primitivo impulso. Y al lado de estas medidas de orden económico, otras dictadas en Medina con todo cariño, dirigidas a procurar el ornato de sus calles, altura de las casas, cuidado de los paseos y especial atención de sus arboledas. En los autos del Concejo hemos encontrado un testimonio de que Medina correspondía a este interés y sentía por su agregia protectora una reverente gratitud. El 13 de septiembre de 1490 "libraron tres mil maravedises pa que Pedro de Mercado, regidor, reparta por los monasterios e iglesias desta villa pa que Dios de salud a la Reyna Nuestra Señora". Si los documentos der la época no fueron tan raros, conoceríamos otros rasgos análogos.

La fotografía reproduce el lienzo titulado Doña Juana la Loca (1877), óleo de Francisco Pradilla (Casón del Buen Retiro, Madrid), en el cual podemos observar la recreación de un momento del viaje que la reina castellana efectuó desde la cartuja de Miraflores (Burgos) hasta Granada, acompañando al féretro de su esposo, Felipe I el Hermoso, fallecido en septiembre de 1506 en Burgos. La consternación plasmada en el rostro de la hija de los Reyes Católicos (en el centro del cuadro, de pie, mirando el féretro) evidencia los rasgos dementes que ya la acompañarían por el resto de su vida, haciendo fácilmente explicable el apelativo que los cronistas añadieron desde entonces al nombre de Juana I de Castilla.
La fotografía reproduce el lienzo titulado Doña Juana la Loca (1877), óleo de Francisco Pradilla (Casón del Buen Retiro, Madrid), en el cual podemos observar la recreación de un momento del viaje que la reina castellana efectuó desde la cartuja de Miraflores (Burgos) hasta Granada, acompañando al féretro de su esposo, Felipe I el Hermoso, fallecido en septiembre de 1506 en Burgos. La consternación plasmada en el rostro de la hija de los Reyes Católicos (en el centro del cuadro, de pie, mirando el féretro) evidencia los rasgos dementes que ya la acompañarían por el resto de su vida, haciendo fácilmente explicable el apelativo que los cronistas añadieron desde entonces al nombre de Juana I de Castilla.

Ese gran cariño que sintió por Medina doña Isabel la trajo a morir a ella. La desgraciada muerte de sus hijos, o, como dice el Cura de los Palacios, "los enojos e cuchillos de dolor de las muertes del príncipe don Juan y de la reina de Portugal" y más que nada la locura de doña Juana, ensombrecieron los últimos años de la Reina Católica y fueron causa determinante de la pérdida de su salud. Delicada estaba en Segovia cuando tuvo noticia de la incontenible resolución de doña Juana de abandonar la Mota, donde residía, para marchar a Flandes a unirse con su despreocupado esposo, y en dos penonas jornadas se trasladó la dolorida madre para frenar con su presencia el alocado propósito, llegando el día 28 de noviembre de 1503. El 20 de diciembre siguiente ya tenía la compañía de don Fernando que vino victorioso de los franceses, a los que había hecho levantar el sitio de Perpignán. Pocos días después saborearon también la buena nueva de la victoria del Garellano, y el primero de marzo despidieron --doña Isabel para no volverla a ver-- a doña Juana que al fin emprendió el ansiado viaje (29 N. d). El 26 de julio cayeron enfermos los dos Reyes, ella para no convalecer. El 12 de octubre, aniversario del descubrimiento del Nuevo Mundo, dictaba su admirable testamento, y el 23 de noviembre firmaba su codicilo,documentos excelsos, catecismo de la raza hispánica, fruto de las inspiraciones de aquella mujer que el pincel de Rosales acertó a sublimar en el cuadro famoso, que merece ser ornamento de todas las casas de Medina.

Isabel dicta el testamento en el lecho de muerte, Palacio Real Testamentario. Hoy Museo con exposición permanente. Horarios de apertura. De martes a sábados. Mañanas 10:00 - 14:00 h. Tardes 16:00 - 19:00 h. Lunes, domingos y festivos. Mañanas 11:00 - 14:30 h. Se establecen como días de cierre: del 24 de diciembre al 1 de enero, el 6 de enero y 2 de septiembre, y con horario reducido de media jornada del 1 al 8 de septiembre. Tarifas: Tarifa general: 2.50 €. Tarifa especial: 2 €. Tarifa reducida: 1.50 €. Empadronados en Medina del Campo: 1€. La tarifa especial se aplicará a mayores de 65 años, menores de 26 años, grupos de más de 25 personas, desempleados y familias numerosas (mayores de 26 años). La tarifa reducida se aplicará para niños de 3 a 7 años, menores de 26 años miembros de familia numerosa. Los menores de 3 años no estarán sujetos a pago por este concepto. Servicio de visitas guiadas. Alquiler de audioguías (castellano / inglés)
Isabel dicta el testamento en el lecho de muerte, Palacio Real Testamentario. Hoy Museo con exposición permanente. Horarios de apertura. De martes a sábados. Mañanas 10:00 - 14:00 h. Tardes 16:00 - 19:00 h. Lunes, domingos y festivos. Mañanas 11:00 - 14:30 h. Se establecen como días de cierre: del 24 de diciembre al 1 de enero, el 6 de enero y 2 de septiembre, y con horario reducido de media jornada del 1 al 8 de septiembre. Tarifas: Tarifa general: 2.50 €. Tarifa especial: 2 €. Tarifa reducida: 1.50 €. Empadronados en Medina del Campo: 1€. La tarifa especial se aplicará a mayores de 65 años, menores de 26 años, grupos de más de 25 personas, desempleados y familias numerosas (mayores de 26 años). La tarifa reducida se aplicará para niños de 3 a 7 años, menores de 26 años miembros de familia numerosa. Los menores de 3 años no estarán sujetos a pago por este concepto. Servicio de visitas guiadas. Alquiler de audioguías (castellano / inglés)

Cada cláusula del testamento encierra la esencia de las sublimes virtudes que atesoraba la testadora; sentimientos de mujer cristiana, sabiduría política, ética elevada, misericordia, previsión. Profesión de fe católica y anhelo de propaganda. Preocupación de la integridad nacional y aviso profético del posible riesgo. Presentimiento del clamor de las Comunidades y receta para conjurarle. Piedad infinita en el recuerdo que dedica a sus nuevos súbditos, los indios. Ansia de recta administración y de justicia indeclinable. Deseo de unir sus restos, como estuvieron sus almas, a los de su esposo, a quien espera en un mundo mejor, como símbolo de la unidad patria que ellos forjaron.

Tales son las ideas cardinales que pensando en la muerte próxima quiso dejar grabadas en la memoria de los españoles. La vida, en efecto, de la Reina se extinguía. Mártir de Anglería escribía una carta al consejero Polanco el 15 de octubre y decía que al notar doña Isabel el lastimero semblante de los circunstantes, dijo: "No lloréis por mí ni hagáis inútiles ruegos por su salud; rogad por al salvación de mi alma". Y cumplidos todos los deberes, recibidos los Santos Sacramentos, entre once y doce de la mañana del día 26, expiraba la Reina de los grandes hechos, y su muerte sumía en hondo dolor los reinos que bajo su cetro se ensancharon gloriosos. "La pluma se me cae de las manos (escribía en otra carta Pedro Mártir, el mismo día 26) y sus fuerzas desfallecen a impulsos del sentimiento...; era el espejo de todas las virtudes, el escudo de los inocentes y el freno de los malvados; no sé que haya habido heroína en el mundo que merezca compararse con esta incomparable mujer".

Al día siguiente se celebraron tristísimas exequias en la Colegiata, y sin embalsamar su cadáver, como lo habían dispuesto, amortajaron con hábito franaciscano, en ataúd modestias, con numeroso cortejo de prelados y caballeros, fue trasladado a Granada, donde llegó el 18 de diciembre, para ser sepultado en el convento de San Francisco, primero, luego en la capilla real de la Catedral, donde con su esposo don Fernando y sus hijos doña Juana y don Felipe, espera la hora de la resurrección.

Capilla Real de la Catedral de Graqnada. Sepulcro de los Reyes Católicos
Capilla Real de la Catedral de Granada. Sepulcro de los Reyes Católicos

La hermosura de la reina isabel fue muy celebrada. Pérez del Pulgar la retrata así: "Era de mediana estatura, bien compuesta en su persona y en la proporción de sus miembros, muy blanca e rubia, los ojos entre verdes y azules, el mirar gracioso y honesto, las facciones del rostro bien puestas, la cara muy fermosa y alegre". Esto en cuanto a la belleza física; en cuanto a la del alma, dice el mismo escritor: " Era mujer muy aguda e discreta, la cual vemos pocas concurrir en una persona; fablaba muy bien y era de tan excelente ingenio, que en común de tantos y tan arduos negocios como tenía en la gobernación de sus reinos, se dio el trabajo de aprender las letras latinas, e alcanzó en tiempo de un año saber en ellas tanto que entendía cualquier fabla o escritura latina. Era católica e devota, facía limosnas secretas... Aborrecía extrañamente sortilegios e adivinos, e todas personas de semejantes artes e invenciones. Placíales la conversación de personas religiosas e de vida honesta, con las cuales muchas veces había sus consejos particulares... Era muy inclinada a facer justicia... De gran corazón, encubría la ira e disimulaba... Era muy trabajadora y firme en sus propósitos, de los cuales se retraía con dificultad". El venerable Palafox, comentando las cartas de Santa Teresa, reparó en su semejanza con isabel la Católica y dijo: "Eran tan parecidos estos naturales entendimientos y espíritus que me pareció que si la Santa hubiera sido Reina, fuera otra católica Dª. Isabel, y si esta esclarecida princesa fuera religiosa (que bien lo fue en sus virtudes) fuera otra Santa Teresa".

Y terminaré esta pretendida síntesis biográfica de tan excelsa mujer con las siguientes palabras del historiador Clemencín, que no serán, por cierto, del agrado de muchos medinenses; "La desagradaban los espectáculos brutales y sangrientos; vio una ves unos toros en Arévalo, y al día siguiente ya ideó les pusiesen en los cuernos unos estuches o estorbos que disminuyesen el riesgo" y propuso con toda determinación "de nunca verlos en toda su vida ni ser donde se corran".

N. Huelgan en este caso las referencias concretas a los cronistas cuyos testimonios hemos aducido, por estar muy vulgarizados y ser conocidos de los lectores versados en historia, e innecesarias a los pocos iniciados.

Respecto a la modestia del del ataúd, el Sr. Llano y Torriglia ha dado a conocer, tomándola del archivo de Simancas (Obras y bosques, leg. 5, fº. 4) en el Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo, CX, cuad. II, cuenta del mismo y de otras obras hechas en la cámara mortuoria de la Reina. El ataúd y una cama para las andas costaron 970 maravedises, equivalentes a unas nueve fanegas de trigo. Solo el ataúd de muchas personas de posición modesta importa en nuestros días más. Somos más vanidosos.

López Ossorio nos refiere un episodio que será bueno recoger en esta nota: "Estando los Católicos Reyes en esta villa, como lo más del tiempo lo estaban, y habiendo ganado el gran capitán Gonzalo Fernández de Córdoba para su Rey el napolitano estado, supo como los Reyes estaban en esta villa y enderezó su camino para ella. Súpose su venida y estando cerca de esta villa mandaron los Reyes a todos los Grandes y caballeros que estaban en su Corte que le saliresen a recibir un trecho de esta villa, lo cual se hizo como a tal capitán convenía, viendo con su acompañamiento gran copia de caballeros. Llegando al medio de la Plaza, muy cerca del Real palacio, dos hidalgos principales de esta villa, grandes soldados que habían estado con él en Italia, le besaron las manos yendo como iban en su acompañamiento, que el uno se llamaba Alonso del Corral y el otro García de Espinosa, naturales de la villa, y como el Gran Capitán les conoció hizo un hecho digno de su persona diciendo: --Perdonen VV. SS., que es justo que honre en lapaz a quien me ayudó en la guerra. Y apeóse de su caballo y los abrazó con mucho amor, y todos los caballeros se apearon y se fueron acompañándole y los llevó consigo, y como llegaban cerca del palacio, así se fueron, hasta que llegó a besar las manos a los Reyes. Entre ellos y el Gran Capitán pasaron ciertos razonamientos, y cuando se hubo de despedir se les recomendó mucho, certificando que debían ser premiados por los famosos hechosque hicieron, y el Rey los premió, porque al Alonso hizo alguacil mayor del Santo Oficio, y al García le hizo castellano de un castillo de importancia". (pág. 147).

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31 -HOSPITAL DE SAN ANTÓN hasta que fue destruido por el incendio de las Comunidades. Alfonso de Quintanilla, en su testamento, otorgado en 16 de diciembre de 1498, deja una manda piadosa "para las casas de los pobres de San Antón y San Lázaro desta villa". Estas últimas fueron verdadero hospital; aquellos pudieron ser solamente un refugio para pobres transeúntes. Posteriormente quedó solamente una ermita, vinculada como ninguna otra a la historia de Medina. De todas las parroquias de la villa podemos decir con toda propiedad que eran verdaderas casas del pueblo. porque toda la vida de éste giraba alrededor de las mismas, desde la cuna por el bautismo hasta el sepulcro que en ellas se abría. En la iglesia se informaba el pueblo, durante su infancia, de la ciencia más alabada y aun de otros humanos conocimientos; en ella participaba, en auténtico comunismo, de las gracias y bienes espirituales que la región atesora; en ella y en régimen de verdadera democracia, ejercitaba idénticos derechos, administrando las rentas beneficiales y eligiendo con su consejo o su voto a los mismos beneficiados. El sonido festivo o lúgubre de las campanas llamaba al pueblo a fiesta o duelo, a funciones sagradas o a civiles asambleas, le advertía de incendios devastadores o le convocaba a conjurar con fervientes plegarias de peste asoladora. Todo feligrés estaba identificado con su parroquia y el pueblo con ella confundido. Pero esta ermita era, con singular título, casa del pueblo medinense, porque en ella celebraban periódicamente aquellos comicios (82) que daban por resultado la elección de alcalde de la Santa Hermandad, procurador del Común, regidores trienales, diputados y síndicos personeros. Era una necesidad para nuestros antepasados revestir de carácter sagrado todos los actos públicos, sin duda para lograr que, si fallaban los lazos de la solidaridad y mancomunidad, todavía se sintieran atados al bien común por el vínculo de la religión que despertaba con sus conciencias reverente acatamiento a ineludibles y ultraterrenas sanciones. Por eso, ni la pobreza que tal vez justificó la ruina de otras iglesias, pudo legitimar la desaparición de esta ermita, para que hubiera sido testigo perenne de la autonomía que gozó Medina en sus tiempos áureos.

En la segunda mitad del siglo VXIII, la ermita y lads casas adyacentes estuvieron ocupadas por una comunidad, los antonianos o religiosos de San Antonio Abad, de cuya actuación apenas han quedado vestigios.

Aun desaparecida la ermita, subsistió la cofradía de San Antón, adscrita a San Miguel, hasta nuestros días.

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32 - CASAS CONSISTORIALES ANTIGUAS hasta la construcción de las actuales en 1650, pues no perecieron, como dice erróneamente Quadrado, en el incendio de las Comunidades, que no pasó a la orilla derecha del río. Ese Consistorio fue teatro de acontecimientos graves, entre otros el conocido de las Comunidades, cuando el tundidor Bobadilla y sus secuaces mataron y arrojaron por el balcón al regidor Gil Nieto (69).

"Las casas de Ayuntamiento (auto del 17 de febrero de 1633) eran tan capaces que, además de las salas de las juntas y archivo de papeles, se contenía en ellas la vivienda de los caballeros corregidores y su teniente, y la cárcel real ansí de hombres como de mujeres, con el tribunal de la audiencia civil y criminal, vivienda como los alcaides y bataneros y demás ministros...". Ante ellas hubo un caño llamado de la Cárcel, con un lavadero, que vertía al río y que derivaba su caudal, por la calle de la Herrería -actual de Claudio Moyano-- del caño de San Nicolás, que ahora está unido al Chorro. Este caño de la Cárcel fue construido en 1568, según planos de Portegiani, arquitecto italiano, y su caudal se calculaba en 70 cántaros por hora.

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33 - CONVENTO DE SAN JOSÉ de Franciscanos Descalzos. El año 1572 se estableció esta orden religiosa en la casa de campo de Morejón (Fuentecilla), siendo la fundación, según declara Montalvo, pág. 425, "en alguna manera milagrosa, porque enviando unos mercaderes de los que había en Medina una nao de mercaderías a Italia, ofrecieron que, si llegaba con fidelidad, edificarían el convento, o darían la mayor parte que para esto fuera menester, y navegando esta nao, se tapó con toda la armada del enemigo, y pasó por medio, cañoneándola todos y procurando cogerla o echarla al fondo. Salía de entre ellos sin recibir daño, ni tenerle hasta tomar puerto, y sabido por los dueños de aquella mercadería, en reconocimiento del beneficio que Dios les había hecho, cumplieron lo que habían ofrecido".

Por el auto consistorial de 24 de enero de 1603 nos hemos enterado de que la pretensión de fundarle fue en la villa, pero hubo fuerte oposición por parte de las otras comunidades religiosas que no se pudo vencer, sino a condición de emplazarle a media legua de distancia de la Plaza --medida con mucha indulgencia, como es obvio--. Mas en enero de este año de 1630, interpuso su valimiento en favor de los Descalzos el prepotente Duque de Lerma, y las contradicciones fueron, naturalmente, desvirtuadas, logranado, no solo situarse en el casco de la población, sino acogerse al patronato de la villa, que desde entonces los dispensó una considerable ayuda.

N. El 30 de marzo de 1627 el regidor Juan de Salazar "dijo que desde diez y ocho años a esta parte ha socorrido esta villa al convento de padres descalzos con doce carneros, doce arrobas de pescado, doce de aceite y cuatro de tocino", y defendió la conveniencia de seguir prestando el mismo socorro por la gran pobreza de los religiosos y por los servicios espirituales que prodigaban a la población, lo que efectivamente se hizo durante muchos años.

Los últimos moradores de este convento fueron un fraile y un lego que quedaron en él para cuidarle, mientras los demás le abandonaron a causa de la francesada, y creyéronles con dinero, en una noche les asesinaron.

a) Las causas que habilitaron en este lugar para convento pertenecieron a los Álamos, familia prestantísima, cuyo cumplido elogio nos hizo Sancho Panza cuando, conversando con los Duques, trajo a cuenta a aquel hidalgo de su pueblo, "muy rico y principal porque venía de los Álamos de Medina del Campo, que casó con Dª. Mencía de Quiñones, que fue hija de D. Alonso de Marañón, caballero del Hábito de Santiago, que se ahogó, en la Herradura..." (2ª P.C. XXXI). A esta familia, descendiente del Conde Fernán González, pertenecieron: JUAN DE ÁLAMOS el Bueno y su hijo FRANCISCO DE SILVA, apellidado así por su madre Dª. Leonor de Silva, de ilustre familia de Ciudad-Rodrigo". De éste dice Ossorio, pág. 288, que "yendo el año 1542 por orden del Emperador a la dicha Orán, a cosas de importancia y a la guerra que se había de hacer en elreino de Tremecén, llevó consigo al comendador Ruy Pérez de Silva, su legítimo hermano, caballero de la Orden de San Juan, y a otros muchos criados suyos. Siete galeras de moros cautivaron al dicho Francisco de Silva, donde, por defensa suya, murió el Comendador su hermano, y llevaron cautivo al dicho Francisco de Silva a Argel; costó su rescate 3.000 ducados y 3.000 fanegas de trigo, y porque este rescate tuviese efecto, por quererle tanto al Emperador, ofreció además que le daría un trueque de su persona a Halí Hamete, general del Turco, que era cautivo... y el dicho Francisco de Silva acabó la vida continuando estos servicios..."

Esta familia de Álamos se unió por sucesivos enlaces con las de Rejón (40 R e) y Montalvo (16 N), y "compruébese su origen nobilísimo, prosigue Ossorio, pág. 290, con que ha trescientos años que eran caballeros de la Banda Dorada, insignia tan calificada, como es notorio, o las honras que les hicieron los Reyes de Castilla; y siendo familia muy rica, perdieron sus haciendas en servicio de los Reyes. Las casas que hoy hay, que pertenecen de los Silvas, son las de los Duques de Pastrana, del Conde de Cifuentes, Marqués de Montemayor y la del Conde de Montealegre, que tosas son de Ciudad Rodrigo".

Otro hijo de Juan de Álamos, el Bueno, Hernando, casó con Dª. Isabel de Barrientos, teniendo por hijo a Juan de Álamos y Barrientos, que casó con Dª. Leonor de mella, hija del Dr. Beltrán y viuda de un Montalvo de quien tuvo, entre otros, a D. Diego Ruiz de Montalvo que fue abad de Medina (1 N g). Hijo de este matrimonio, Juan de Álamos y Dª. Leonor, fue

b) D. BALTASAR DE ÁLAMOS Y BARRIENTOS, personaje a quien el Dr. Marañón ha dedicado un estudio, interesante como suyo, en el Boletín de la Real Academia de la Historia, t. CXVI, e. II. A su vista, redactamos lo que sigue:

Nació D. Baltasar en 1556 y estudió Leyes en Salamanca. Siendo clérigo de menores, logró entrar, en 1580, al servicio del famoso Antonio Pérez, por las buenas relaciones su padre, muerto el 3 de febrero de 1584, mantenía con el influyente secretario de Felipe II. Los servicios del jurista medinense fueron entonces muy estimados porque Antonio Pérez ya encarcelado a consecuencia del asesinato de Escobedo, y necesitaba de la argucia y sagacidad de un buen abogado para mantener a flota la holgada, pero no escrupulosamente cimentada, posición económica que había alcanzado. La amistad con el Secretario y la inteligencia ayuda que le prestó en la titánica lucha que sostuvo contra el Monarca, le llevaron merecidamente a la cárcel, de donde no salió hasta la muerte de Felipe II, a quien había tratado de desagraviar, notificándole que renegaba de la amistad de su caído Secretario. Esto no obstante, cuando se vio libre, se encargó de nuevo de los asuntos de la familia de Antonio Pérez, y en este trance se enamoró de Dª. Gregoria, la hija mayor del Secretario, decidiéndose a abandonar la carrera eclesiástica. No pasó el noviazgo adelante, a disgusto de entrambos protagonistas, por la oposición inquebrantable del padre que no perdonó la veleidad de su confidente, de cuyo talento había hecho, sin embargo, encendido panegírico en sus famosas Relaciones, diciendo que Álamos, "aunque de bienes de fortuna no muy rico, de los de naturaleza bien hacendado, que son los que yo llamo bienes raíces, pues no los puede arrebatar ninguna avenida de pasión ni envidia ni confinar ningún poder de enojo soberano".

Pronto fue universalmente reconocido este talento de nuestro jurisconsulto, pues no tardó en ser uno de los más considerados personajes de la corte de Felipe III y de su sucesor. Apenas se vio libre publicó la traducción de los "Anales de Tácito", fruto sazonado de su estancia en la cárcel y obra cuya pulcritud ponderaba en el siglo XVIII Amelotte de la Houssay, expertísimo intérprete del historiador romano. Publicó, además, "Conocimiento de las Naciones", que dedicó a Felipe III, libro en el que se transparenta su crítica correcta, pero dura de la política de Felipe II y que inspiró de los gobernantes de la época en muchas de sus resoluciones.

Si el ejercicio de la abogacía le deparó su primera novia en la hija de Antonio Pérez, por igual vía encontró a la que en 1608 fue su esposa, Dª. Ana Colón, hija de una bisnieta del Almirante, cuya causa defendió brillantemente en un enmarañado pleito, alcanzando así envidiable fortuna, pues la suegra, desmintiendo si carácter, constituyó a favor del yerno un mayorazgo de 30.000 ducados. Su única hija Dª. Teresa de Colón de Álamos y Barrientos, casó espléndidamente a su tiempo con D. García Tello de Portugal. Ya no tuvo el hidalgo medinense tropiezo alguno en su camino para ser, con mayor lucimiento, Caballero de Santiago, abogado de la Audiencia Criminal y miembro de los Consejos de Hacienda y de Indias. Demostró su singular competencia en asuntos de Ultramar en otro libro que tituló "El Conquistador", esto es, "preceptos para hacer debidamente expediciones por las regiones nuevas del mundo".

Considera probable el sabio Dr. Marañón que el afamado bufete de D. Baltasar acudiría Cervantes en cualquiera de los muchos apuros de su vida, pagándole los iluminados consejos que recibiera con la honorífica mención de los Álamos en su libro inmortal; como asimismo que se verificara algún enlace matrimonial entre Álamos y Marañones, para no dejar por embustero a Sancho, porque hemos comprobado la existencia de un Alonso de Marañón , morisco, traído a éste el año 1570, a los 32 años, que tuvo cuatro hijos bautizados en San Pedro, entre el 1 de agosto de 1575 y 15 de enero de 1585, con la particularidad de que el primero, Francisco, fue apadrinado por "Juan de la Guarda e Isabel Olivares, cristianos viejos" y vivía todavía, u otro homónimo, por el año 1640 como feligrés de Santa María del Castillo, lo que prueba que pudo evadirse de la expulsión; y en 28 de mayo de 1576, una criada de Juan de Álamos, padre de D. Baltasar, amadrinó a otro morisco, quedando confirmada la relación entre cristianos viejos y nuevos, propicia a noviazgos. Es verdad que la hija de Alonso de Marañón se llamaba isabel y no Mencía, pero el cambio de nombres no era entonces raro y el último es tipicamente morisco.

Este ilustre abogado medinense, después de encumbrada posición y colmados honores, alcanzó envidiable longevidad, pues murió a los 88 años en la casa que tenía junto a los Clérigos Menores, donde hoy está el Congreso.

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34 - PARROQUIA DE SAN JUAN DE SARDÓN. Si las demás parroquias se ufanaban de su extensión respecto a la jurisdicción del Obispo, ésta, a su vez, estaba exenta de la jurisdicción del Abad, por pertenecer a la Religión de San Juan, cuyo Gran Prior nombraba al de esta parroquia, que además tenía tres beneficiados. Esa circunstancia sería la causa de que la feligresía de San Juan llegó a ser mínima, integrada solamente por sus clérigos. Los feligreses que en un principio tuviera, la fueron abandonando por no tener en ella el patronato activo y pasivo que gozaban en las restantes parroquias de la villa. Sin embargo, los beneficiados subsistieron hasta entrado el siglo XIX, y aún el prior o párroco bastantes años después de cerrado el culto, por ruinosa, la iglesia, que lo fue el año 1808, agregándose a San Martín. El Gran Pastor de San Juan, magnate siempre del Reino, prefirió conservar aquí este órgano semeatrofiado, especie de avanzadilla del partido que llamaba Val de Guareña, donde tenía importantes parroquias.

a) ALONSO DE QUINTANILLA y su mujer Dª. Aldara de Lodeña fundaron y dotaron espléndidamente la capilla mayor de esta parroquia, de la que hicieron su entierro, y sus capellanes, que llegaron a ser hasta doce, con píngües rentas, formaban un pequeño cabildo que celebraba los cultos con análoga solemnidad que la Colegial. Para que estos capellanes fueran letrados y supieran mejor "usar de sus oficios" el providente y generoso fundador instituyó asimismo una Cátedra de Gramática, cuyo maestro, dotado con diez mil maravedises anuales, más circo cargas de trigo, una de cebada y dos pares de gallinas, había de tener un repetidor que inculcara a los responsables discípulos y "otras personas que quisieran aprender la dicha ciencia" los preceptos y reglas de Nebrija. Los capellanes, reducidos a seis y aún menos, subsistieron hasta el año 1828, funcionando, como queda dicho, en San Martín. Cumpliendo cláusula fundacional, repartían estos capellanes en cada uno de los siete viernes de cuaresma un pan y tres maravedises a cien pobres. Así consta de la documentación que obra en el archivo de San Martín.

Alonso de Quintanilla ante Isabel I Manuel Quintanilla. panoramio-com. (lasgafasdelpasado - WordPress.com)
Alonso de Quintanilla ante Isabel I Manuel Quintanilla. panoramio-com. (lasgafasdelpasado - WordPress.com)

El generoso fundador es personaje de mucho relieve, no solo en la historia de Medina, sino también en la de España. De origen asturiano -hijo de Luis y Urraca Álvarez, a cuya memoria dejó instituida una capellanía en el monasterio de Santa Clara de Oviedo, donde estaban enterrados juntamente con los padres de su mujer-- se estableció muy pronto en Medina, en tiempos del rey D. Juan II a quien comenzó a servir de doncel, continuando después en el servicio de Enrique IV y de los Reyes Católicos de los que fue Contador Mayor y de su consejo. "No apartó la carrera de su vida del Palacio Real" como dijo en el discurso que pronunció en la junta que los procuradores celebraron en Dueñas, el año 1476, abogando por la constitución de la Santa Hermandad, guardia y policía campestre, sostenida por las ciudades mancomunadas para perseguir a los malhechores que infestaban los caminos después de las revueltas del reinado de Enrique IV. Además de este importante servicio, ofrecido a Castilla con la institución de la Santa Hermandad, cuyo primer capitán general fue también otro medinense, D. Alfonso de Aragón y Escobar, primer duque de Villahermosa, hijo de la medinense Dª. Inés de Escobar, cuya beldad cautivó al señor de Medina y rey de Navarra D. Juan II, prestó Quintanilla otro servicio trascendental a España: decidir con su consejo y cooperación la gran empresa del descubrimiento del Nuevo Mundo. Cuando tantos desconfiaban y disuadían del propósito que consideraban quimérico, el Contador Mayor compartió la fe de Colón y, exhausto el tesoro de los Reyes por la guerra de Granada, "ayudó con su dinero y más sumas que buscó entre obispos y mercaderes poderosos de esta villa", como atestigua Ossorio, pág. 251; y el año 1480, añade Montalvo, pág. 417, "habiendo cerrado el turco a Rodas, se hizo poderosa armada para ir a socorrer, corriendo esta prevención por cuenta de Alonso de Quintanilla, que con gran diligencia juntó en los puertos de Santander 50 navíos con que fue socorrida la Religión de San Juan y libre del asedio". Por eso se explica que profiriera, para erigir su sepultura, la parroquia de San Juan de Sardón, por pertenecer ¡, como queda dicho, a la Religión de San Juan.

Además de su propio oficio de Contador, desempeñó otras muy importantes funciones cerca del príncipe D. Alonso, a cuyo servicio se pasó abandonando a su hermano Enrique IV, y formó parte de la comitiva que entre Cigales y Cabezón obtuvo el último el reconocimiento del primero como heredero en perjuicio de la Beltraneja. Asistió al famoso auto de Ávila; tomó parte en la batalla de Olmedo de 20 de agosto de 1467 y en otros importantes hechos de armas. El mismo D. Alonso le nombró el mismo año tesorero de la fábrica de moneda que mandó construir en esta villa. Asistió al acto de Toros de Guisando en que, muerto D. Alonso, fue reconocida heredera Dª. Isabel quien le nombró entonces su Contador Mayor. Fue nombrado alcaide de la Mota en 20 de febrero de 1474 en sustitución del Duque de Alba, cargo que había ejercido transitoriamente cuando en 12 de septiembre de 1469 tomó posesión de la villa que pasó al señorío de Dª. Isabel por donación que le hiciera su hermano Enrique IV en 11 de diciembre de 1468. Ayudó también eficazmente a la expedición que se adueñó definitivamente con las Canarias. Actuó, en una palabra, en primersa línea, en todas ls grandes empresas de aquel reinado, el más glorioso de España.

Su magnificencia, como su cristiandad y liberalidad está patente en su testamento. "Que se paguen, dice, al maestro Egas, entallador, lo concertado por hacer los bultos y retablo de la capilla de San Juan de Sardón". El mentado Egas, ejecutor de las estatuas y retablo --bien fuera el arquitecto Annequín o el escultor Diego-- trabajaban en al fecha del testamento, 16 de diciembre de 1498, en obras importantes de la catedral de Toledo.

"Ansimismo encargamos (al patrón de la capellanía) que siempre visite el hospital que nosotros fecimos edificar junto con dicha iglesia de San Juan para albergación de los pobres; que esté bien limpia e reparada la ropa que en el dicho hospital dejamos pa las camas en que duermen los dichos pobres...". Habla Quintanilla de albergar y no de curar, por lo que parece que trataba más de hospedería que de sanatorio.

Como la del testamento es hora de descargar la conciencia, y él lo repite a cada paso, examina en aquel trance el cumplimiento de sus deberes sociales y dice: "Nosotros con nuestros criados siempre nos ovimos lo mejor que podimos, ansí faciendo por ellos e casándolos e sirviéndoles e dándoles oficios e ayudándoles en todo lo que posible nos fue, por lo cual pensamos que todos deben estar de nosotros contentos e bien pagados, e que no les debemos cosa alguna, pero en esto quiero e mando que si algún criado o criada nuestro viniere diciendo que nos sirvió e que no fue satisfecho de su servicio... que le sea pagado e satisfecho a vista del padre guardián de Sant Francisco...".

Por estos otros rasgos y dádivas que prodigó el Contador Mayor de la Reina Católica, tuvo bien merecida la confianda que se granjeó en el ánimo de Dª. Isabel. Murió el 29 de agosto de 1500.

N. D. Rafael Fuertes publicó en 1909 (Oviedo: Tipografía de la Cruz) un estudio biográfico-crítico de Alonso de Quintanilla, y en el segundo de sus volúmenes (edición ilustrada) copia una larga serie de documentos que abonan todos y cada uno de los hechos sumariamente referidos. Dos errores salvaremos: uno, tener por patraña, pág. 32, v. I. lo que dice Ayllón de que Quintanilla vino a Medina en tiempo de Juan II. No parece ser tal patraña pues hemos visto, entre los documentos que guarda D. Moisés Alonso Flores, actual poseedor de parte de los bienes de Quintanilla, una escritura de compra de una casa con huerta en Barrio Nuevo por Alfonso de Quintanilla, guarda y vasallo del Rey, el 1 de julio de 1456, dos años después de haber muerto Juan II. no es de creer comprara casa apenas pudiera sus plantas en Medina. Otro error parecido, pág. 259, asegurar que esta iglesia de San Juan estuviera adosada a la muralla.

b) El solar de esta iglesia y hospital ha vuelto a ser albergue de pobreds, pues aquí está actualmente la CASA-ASILO DE ANCIANOS DESAMPARADOS desde 1928. La primitiv instalación de este asilo que tanta caridad prodiga a la cincuentena de ancianos que alberga y que Medina debiera proteger con más generosidad, fue, año 1896, en la casa núm. 25 de la calle de Juan Bravo

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35 - PALACIO MARQUÉS DE CILLERUELO, descendiente de los antiguos señores de Bobadilla, del linaje de los Mercado o de los Castellano, según opiniones diversas y más verosimilmente de ambos, pues las descendencias estan sumamente entrecruzadas.

a) El primer señor de Bobadilla fue DIEGO FERNÁNDEZ DE MEDINA, camarero de Alfonso XI. Por el devotísimo testamento de este D. Diego, que se guarda en el archivo de la Antigua, sabemos que "obe en este mundo grandes oficios e mucho deber por Reyes... e tantos fiechos e tan grandes que mi entendimiento tan flaco no los podrá librar como debiera ser librados". Que fundó una capellanía en la Antigua donde hizo su entierro, "por el alma de su señor en reo D. Alonso, que Dios perdone, con quien gané lo que he, a la otra capellanía por los reyes que vernán, que los mantenga Dios e los deje facer mejor...". Que su gratitud para con D. Alonso el onceno estaba justificada porque, sobre el señorío de Bobadilla y "otras heredades de pan llevar e viñas e montes e prados e dehesas e sotos e huertos e casas e molinos e palomares e ganados" en la mayor parte de los pueblos de esta Tierra, le hice también merced de importantes bienes "muebles e raíces en Algeciras y en Alcalá y en Priego y en Rute y en Sevilla". Pudo pues, constituir tres mayorazgos de los que descienden linajudas familias, entre otras, los condes de Chinchón, Puñonrostro, Medellín y Rivadavia. Individuos de esta familia fueron:

b) FRANCISCO DE BOBADILLA, comendador de Calatrava, capitán que en las guerras de Granada mandó los tercios de Ávila, Segovia y Medina, distinguiéndose en la conquista de Alhama. Tal confianza inspiraba a los Reyes Católicos que en 1499 recibió la honrosa y delicada misión, tan apasionadamente juzgada por los historiadores, de investigar la verdad de las acusaciones que se hacían a Colón por contravenir las recomendaciones de la misma Dª. isabel para que se tratase con humanidad a los indios. Bobadilla, revestido de suprema jurisdicción en lo civil y en lo criminal, pasó, en efecto, a la Española con cuatro carabelas y comprobó que Colón se había permitido hacer esclavos a no pocos indios y regalarlos a su gente en pago de servicios y venderlos al mejor postor; y sin miramiento alguno al egregio navegante digno en todo caso de máximas atenciones, preso y aherrojado, le envió a España. "Yo conservaré siempre estos hierros, dijo Colón, como testimonio de la recompensa dada a mis servicios" y dispuso que, cuando muriese, le enterrasen con ellos. El nombre de Bobadilla quedó por ello rodeado de una fama poco envidiable, pero el célebre obispo Las Casas declaró expresamente que jamás recayó sobre él acusación alguna de falta de pureza o de codicia; y D. Luis Vidart (Colón y Bobadilla) ha reivindicado su memoria, elogiándole como administrador y disculpándole por haber cumplido un deber enojoso pero justo. Así es la humanidad: se doblega un juez ante el personaje influyente, y se le acusa de parcial y aún de cohecho; aplica la sanción al delincuente, sea el que sea, y se le llame cruel. La leyenda negra condena en esta caso a Bobadilla por despiadado e implacable; más su hubiera condescendido con el tráfico inhumano, le habría anatematizado por más virulencia. Lo más triste es que nuestro medinense pereció en un naufragio con toda su flota en año 1502, cuando regresaba a España.

c) Dª. BEATRÍZ DE BOBADILLA, hija de Pedro y Bobadilla, alcaide del castillo de Maqueda donde Enrique IV tuvo confinados a sus medios hermanos los infantes D. Alonso y doña isabel. Así pudo ésta conocer desde la infancia a quien había de ser su camarera mayor y a quien, a cambio del servicio más constante, fiel y abnegado, había de honrar y enaltecer con el título de marquesa de Moya, llamándola con íntima familiaridad "hija marquesa". Tenía 16 años la entonces infanta Isabel y, al saber que el desalmado y revolvedor maestre de Calatraba don Pedro Girón, ya de edad muy avanzada, había puesto sus impúdicos ojos en ella, y que la había pedido por esposa a su hermano Enrique IV, el cual había consentido en boda tan afrentosa a cambio de servirle con 3.000 lanzas y 60.000 doblas de oro, lloraba desconsolada , viniendo a ocultar su cabeza en el seno de su noble amiga doña Beatriz, y rogaba a Dios "que la libertara de aquella afrenta, aunque fuese con la muerte"; y cuenta el cronista Palencia que la Bobadilla, conmovida con las lágrimas de la infanta, exclamó: "--¡No, no lo permitirá Dios ni yo tampoco!" Y sacando un puñal juró solemnemente que había de hundirse en el corazón del Maestre en cuanto se presentase. No tuvo que someterse a tan dura prueba la lealtad de la varonil medinense porque Dios, escuchando la súplica ferviente de la infanta, llamó a rendir cuentas definitivas al turbulento prócer. En efecto, emprendió éste su viaje desde Almagro, donde residía, a Madrid, donde habían de realizarse las nupcias, más al llegar a Villarrubia acostóse, después de copiosa cena, para no volverse a levantar, pues fue acometido de tan grave dolencia que le llevó al sepulcro en breves días, "muriendo (dice el mismo cronista) entre imprecaciones odiosas por no haber durado su vida algunas semanas más".

Años después, casada ya doña Beatriz con Andrés Cabrera, alcalde del Alcázar de Segovia interpuso sus buenos oficios para lograr la reconciliación con la Princesa, casada a su vez con D. Fernando, y es ella en persona quien, disfrazada de aldeana para burlar las asechanzas del Marqués de Villena, interesada en lo contrario, sale sigilosamente del Alcázar y se dirige en cansado pollino a la villa de Aranda. Los guardianes la toman por loca o espía y la niega la entrada. Insiste ella y se promueven ruidos y voces que llegan al aposento de la Princesa quien presta atención y distingue la voz de su fidelísima amiga. Fueron, naturalmente, franqueadas las puertas y tras largo y amigable coloquio, "volvió, dice el "Retrato del Buen Vasallo", sin que se hubiera reconocido su ausencia, que el mismo recato a Segovia, a esperar la venida de la Princesa que interponiendo dilación de pocas horas, llegó acompañada del arzobispo de Toledo la noche de los Inocentes del año 1473, y fueron aposentados en el Alcázar. Y desde este día nunca se separó doña Beatriz de doña Isabel, asistiéndola en el oficio de camarera Mayor hasta que las dividió la muerte".

Nueva ocasión se presentó a doña Beatriz de Bobadilla de salvar con su vida la de la Reina doña Isabel. Un moro prisionero en la guerra de Granada, manifestó deseos de ser presentado a los Reyes para hacerles importantes revelaciones. Fue conducido a la tienda real y la Reina, gustosa en recibirle, dispuso que aguardase hasta que el Rey pudiera hacerlo también, en una tienda inmediata. Al entrar en ésta el moro, halló en ella a doña Beatriz conversando con un noble, y creyendo el moro que eran los Reyes, sacó de improviso un puñal y los hirió. Afortunadamente la herida de la abnegada camarera fue leve, por haberse embotado el puñal en los bordados del vestido. Por todos estos hechos y por la afectuosa lealtad con que siempre sirvió a doña isabel, apadrinó ésta su casamiento con don Andrés Cabrera, alcaide del Alcázar segoviano, y los concedió el mencionado título de Marqueses de Moya y el señorío de veinte villas, colmado después a sus hijos de honores y distinciones.

d) FRANCISCO DE BOBADILLA Y DAZA fue otro esforzado medinense que compartió la gloria alcanzada por el Marqués de Santa Cruz y por Mondragón, colaborando en sus empresas. Ayllón relata varios episodios de su vida, apoyado en los testimonios de los historiadores Estrada, Bavia y Alonso Vázquez. Sus hechos culminantes fueron:

Acompañó al Marqués de Santa Cruz en la expedición contra las islas Terceras, y en el encuentro naval habido conla escuadra francesa, socorrió Bobadilla al Marqués en un grave aprieto, distinguiéndose también en la toma de la isla de San Miguel, acaudillando a uno de los tercios, año 1583. Se halló en la toma de Amberes secundando a su paisano el gran Mondragón (15 N. b.), y después le fue encomendada la guarnición de la isla de Bommel, cuando el enemigo, prevaliéndose de su superioridad marítima, rompió los diques y quedó inundada la isla, refugiándose los 5.000 españoles que mandaba Bobadilla en las escasas elevaciones a que no alcanzó la inundación. Allí resistieron heroicamente los ataques del enemigo y los embates más terribles de la inclemencia y del hambre, sin esperanza de ser socorridos. A un hecho milagroso atribuyeron su salvación: un soldado desenterró casualmente una tabla pintada la Purísima Concepción, precisamente en la víspera de esta festividad. Divulgado el hallazgo y colocada la imagen entre sus banderas, imploraron humildes su protección; y aquella misma noche sobrevino una temperatura tan baja que las naves enemigas huyeron a alta mar para no verse apresadas por los hielos que sirvieron piadosamente a los nuestros de providentísimo puente para ponerse a salvo. En acción de gracias formaron una cofradía que titularon "De los soldados de la Inmaculada" que se generalizó por Flandes primeramente y después por España.

e) JUAN FERNANDEZ DE VELASCO, señor también de Bobadilla, descolló en la milicia, alcanzando la graduación de general de artillería al promedio del siglo XVII. No han llegado a nosotros otras noticias de su vida, pero si afortunadamente, una benéfica institución debida a su munificencia. Dejó fundadas tres capellanías y otras tres prebendas para dotar a huérfanas medinenses. Aquellas desaparecieron como tantas otras; las prebendas han tenido el privilegio de conservarse hasta nuestros días aunque mermadas por la devaluación y mengua que experimenta el dinero en el rodar de los tiempos. Dos de ellas se adjudicaron por sorteo que anualmente se verifica en la Colegiata en la primera semana de agosto, y otra es concedida libremente por el Patrón de la institución que es el marqués de Cilleruelo. Asimismo concede otra a huérfanas de Bobadilla. Los fondos con que se sostienen sacaron de apuros más de una vez a la Villa que los tomó prestados, dejando, como prenda pretoria, las dehesas de Abajo y de Arriba, que fueron libradas por tal hipoteca en 1925.

N. Registrada aquí esta benéfica institución, indicaremos también otras fundaciones de igual índole que por desgracia han desaparecido por causas que no es posible precisar, pero que no abonarían, de seguro a los patronatos respectivos. Puedo citar los siguientes y alguna habrá quedado traspapelada: de Dª. isabel Torres de Montalvo en 1575; de Dª. Engracia de Medina, en 1584; para dos feligresas de San Antolín; de D. Juan de Salazar, regidor, en 1630; de D. Pedro de Bricianos en 1660; de Dª. Ana de Polanco, hermana del abad D. Diego, para dos feligresas de Santa María del Castillo, en 1662; de D. Martín delgado, canónigo de la Colegial, en 1670; de Dª. isabel de San Miguel, de Dª. Luisa de Villamartín, de Pedro de Perea, de Pedro de Aguilar, de Gaspar de Herrera, de Felipe Ruiz y de Francisco Buendía en fecha indeterminada. Si la santa voluntad de todas estas almas caritativas hubiera sido respetada; si los patronos en cuyas manos pusieron la gestión de intereses tan sagrados, hubieran sido fieles al piadoso encargo, no solo las huérfanas, todas las jóvenes menos acomodadas de Medina hubieran llevado al matrimonio el alivio de una dote para construir un lugar sin estrechez.

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36 - CONVENTO DEL CORPUS de Carmelitas Descalzos, con colegio de la Orden. Su primitiva fundación se hizo de modo provisional en Casa Blanca, a raíz de un hecho sensacional (Efemérides, 16 de sep. de 1643) y cuando por la ruina de la villa se arrastró todas sus grandezas, esta magnífica casa de placer había perdido su verdadero carácterpara convertirse en casa de labor. Poco después, en 1649, habilitaron para convento un antiguo palacio radicado en este sitio y perteneciente a la familia de Álvaro de Lugo, que aún con sucesivas mejoras y con la edificación de iglesia, no debió de ser de consideración, si bien el Sr. Ponzano dijo que en su sacristía vio copias de Españoleto.

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37 - ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE PARRACES, sujeta a la jurisdicción de la Orden Jerónima, cuyo monasterio más próximo era el de la Mejorada. Poseyendo esta ermita tenía motivo para que se le reconociera, desde fecha muy remota, el privilegio honorífico de vecindad y en su consecuencia el más positivo del pastoreo de 300 cabezas de ganado lanar en las dehesas de la villa. (Auto consistorial del 4 de marzo de 1747). Al extremo de la acera opuesta existió la ermita de

SAN LÁZARO EL POBRE, de la que quedan restos de la casa núm. 20. Tenía adjunto un hospital del mismo título, uno de tantos como sostenían las cofradías de entonces y de cuya regla, vigente en 1570, tomo lo siguiente: "Sean recibidos en él los pobres que fuesen enfermos del mal del señor San Lázaro, e sean curados de su enfermedad e no de otra enfermedad ninguna... Haya un médico que cure y visite los tales pobres con toda diligencia y amor... Ansimismo haya un hospitalero de buena vida e fama, el cual tenga cuenta de mirar por la salud de los pobres y los cure con mucha paciencia; el cual sea obligado a hacer todo lo que nuestro mayordomo le mandare para el servicio de los pobres... Cuando hubiere algún pobre del mal del señor San Lázaro, que nuestro mayordomo, juntamente con un diputado, le lleven a nuestro médico y le encarguen la conciencia si es del mal o no; e como sea del mal, nuestro mayordomo le haga llevar a nuestro hospital e de al hospitalero la ropa que le parezca sea bastante para le hacer cama...

Que el mayordomo sea obligado a visitar al pobre o pobres que hubiere dos veces cada semana y a saber si les sirve bien el hospitalero. Cuando el tal pobre esté para salir, darle a nuestro mayordomo alguna cosa para que se vuelva a su tierra. Si falleciere, nuestro mayordomo le haga luego la mortaja e ponga dos cirios e nos mande muñir a todos e todos vengamos a le enterrar y decir por el ánima de tal hermano cinco pater noster e tres avemarías...".

Posteriormente quedó refundido este hospital, como los demás, en el Simón Ruiz, no sin la oposiciónde algunos regidores que en 12 de julio de 1631 se opusieron a la agregación "por tener muchas prerrogativas de pontífices y reyes... y por ser muy necesario para el bien y la salud desta república y su tierra, porque en él se han curado y curan males contagiosos, lepra y otros que piden particular segregación y apartamiento, y han salido curados cada año muchos enfermos que estaban destruidos de toda salud". La refundación fue un hecho porque el libro de cuentas de la cofradía, archivado en Santiago, no menciona el lo sucesivo el hospital.

Frente a éste hubo otro hospital titulado de SAN LÁZARO DE LOS CABALLEROS, que despareció en el siglo XVI, fue en el auto de la Visita Pastoral practicada por el obispo de Valladolid en 8 de septiembre de 1602 se lee "que la casa sin techo y sin puertas perteneciente al hospital que hubo frente al de San Lázaro, sea cerrada para evitar la posible profanación de los enterrados en el mismo".

Dada la "segregación y apartamiento" y el tratarse de lepra y otros males contagiosos, es lógico admitir que estos dos hospitales eran verdaderas leproserías, o más bien, "lazaretos", pues estos establecimientos se hallaron así por tener por patrón al leproso de la parábola evangélica.

N. Al leer las cuentas del año 1717 me llamó la atención la data de doce reales por dos cántarosde vino que bebieron el albañil y el peón y "otras personas que trabajaron de limosna en el retejo de la ermita". ¡Auténtica era la devoción que sentían aquellos buenos trabajadores!

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38 - HOSPITAL DE LA PIEDAD Y SAN ANTONIO ABAD o del obispo Barrientos así llamado por haber fundado, en 17 de noviembre de 1454, Fr. Lope de Barrientos, obispo de Cuenca, para curar en él toda clase de dolencias que no fuesen crónicas, para curar en él toda clase de dolencias que no fuesen crónicas, y muy especialmente a los pobres vergonzantes, con reparto de limosnas y dotación de facultativos para asistir a los pobres en su domicilio, lactancia de niños y viáticos a los caminantes. En una palabra, sin darles nombre alguno, el piadoso fundador creó instituciones que pasan por de última creación, aunque estas modalidades de la caridad no se especificaran en las constituciones. Por ellas sabemos que el pensamiento de Barrientos fue grandioso, y la primera etapa del hospital fue correspondiente a tal magnificencia. El personal asalariado del mismo comprendía los siguientes: rector, procurador, letrado, dos capellanes, sacristán, médico, cirujano, sangrador y seis enfermos de ambos sexos, todos espléndidamente dotados, habida cuenta de los tiempos, desde mil a cinco mil maravedises. El rector, además de la comida para él y para un criado para su inmediato servicio, percibía un salario de 4 mrs., y a su cargo corría la suprema dirección y administración, obligado a rendir cuenta y razón, de tres en tres meses, y los visitadores, verdadero patronato constituido por el prior de San Andrés, un beneficiado designado por el Cabildo Mayor y un representante del linaje de Barrientos. Estos nombraban y removían a su arbitrio a todos los sevidores, sin otro miramiento que el bien del hospital. Como buen medinense, prohibió Barrientos que autoridad alguna ordinaria de cualquier estado, condición o dignidad, visitara su hospital,acatando únicamente la autoridad del Papa.

Aunque mermadas sus primitivas rentas por la penuria de los tiempos, el hospital funcionó con regularidad hasta el siguiente siglo XIX. Las alteraciones políticas de su primer tercio, perturbaron las funciones de los visitadores, siendo suplantados por el alcalde y por el médico titular. En el acta de la sesión del Ayuntamiento de 19 de enero de 1850, leemos que por desatención del Gobierno dejó de cobrar los juros y rentas con que estuvo dotado, quedándose rentas muy limitadas con las que atendían entonces a la hospitalidad domiciliaria y al pago de 200 ducados para la plaza de médico-cirujano de la Beneficencia. Conforme a la relación dada por el Ayuntamiento en 1855, a los fines de la ley desamortizadora, poseía este hospital a la sazón, aparte una serie de censos que rentaban 7.527 reales: 39 obradas de tierra en este término, 134 en el de Ramiro y 34 en el de Carpio.

En 1860 se hicieron gestiones que resultaron infructuosas, para convertirse en Casa de Beneficencia para ancianos, y haciéndose ya imposible su funcionamiento independiente, comenzó a ser administrado en 1864 por la Junta de Beneficencia, pasando el producto de sus bienes, en inscripciones, al hospital de Simón Ruiz. Cuando la refundación de hospitales hecha en 1592, habían pedido los regidores a Felipe II que lo fuera también éste, mas contestó el Rey: "--Ese hospital no os pide nada, ni vosotros se lo dais, y con lo que tiene os cura vuestros enfermos. Dejadle conservar la memoria de su fundador". Éste, en efecto, había dispuesto en su testamento otorgado en Medina a 17 de noviembre de 1454 que "el cadaver lo entierren y sepulten en la nuestra capilla mayor de nuestro hospital, e lo pongan debajo del bulto de alabastro, según por la vía que nos lo tenemos fecho e ordenado". Y aquí efectivamente fue traído con pompa brillante desde Cuenca, donde murió en 1464, y colocado bajo una cúpula artesanada con estrellas de gusto arábigo. La estatua orante de alabastro que "por lo característico del semblante debe ser de notable semejanza, y por la riqueza del traje episcopal muy conforme a su esplendidez" (Quadrado, pág. 457), está ahora en el presbiterio, lado de la Epístola, de la iglesia del hospital de Simón Ruiz. Por cierto que, a principios de este siglo motivó un ruidoso incidente, por frustrado intento de enajenación de la misma.

El camposanto de este hospital sirvió de cementerio general desde 1833 hasta 1869 que fue bendecido el actual.

En 1596 se dio una Real Provisión para que se construyese un puente carretero desde el río, a causa de haber quedado aislado el hospital por las grandes avenidas; puente que se llamó del Obispo y que ha sufrido varias transformaciones; la última en 1925.

N. Debemos dejar aquí un estracto de las constituciones dadas por Barrientos a su hospital:

1. Que haya las camas que hoy están fechas... de pino recio, con su anchura y largura, y en cada cama un buen almadraque y buen colchón llenos de buena lana, y dos pares de sábanas de lienzo y dos mantas blancas y su colcha para verano y cobertor para invierno y dos almohadas llenas de lana... y entre cama y cama se ponga un destajo de lienzo labrado, cárdeno y amarillo, que se pueda correr sobre dos palos y una verja de hierro según que agora están... y que en él se reciban pobres enfermos de enfermedades curables...; es nuestra voluntad que no se reciban personas que andan hostiatin a demandar (mendigos) ni otras que perpetuamente estén en él...; que sean bien e caritativamente tratados por el rector y servidores...
2. Que como fueren recibidos sea tomada la ropa de vestir que traes, que sea puesta en escripto, y les sea guardada y puesta a buen recaudo... y les sea dada una camisa lavada con sus paños menores y una caperuza de lienzo para verano, o de lana para el invierno, limpia y puesta en su cama, y luego les sea suministrados los sacramentos... y si no quisieren recibirlos, no se les reciba, pues parece estar en mala disposición; y luego sean curados por el médico o cirujano, y manden las consas que deben ser administradas, así en las medicinas como en las viandas...; y las camas y mudas sean lavadas cada ocho días...

3. Curados los enferemos pueden continuar en el hospital ocho días para convalecer, pero no más de quince, administrándoles las viandas que el médico ordene...
4. Cuando falleciere un enfermo, la cofradía del hospital acompañe y honre... y los capellanes le digan una vigilia y misa de requiem. Si fuera rico se hará lo que ren su testamento dijere.

5. Un eclasiástico o seglar de buena fama y conciencia sea rector, el cual se puede remover y quitar por los visitadores...
6. Será cargo del rector cuidar de los enfermos y de que los servidores y ministros del hospital hagan su oficio bien y diligentemente...; los cuales sean obedientes y el que no lo fuere o viviere deshonestamente, que elrector le pueda quitar del oficio con consejo de los visitadores, o recluirlos en el cepo por algunos días a pan y agua... El rector deberá hacer juramento de que bien y fielmente administrará a los enfermos y las cosas y bienes del hospital...
7. Hará inventario de todos ellos...
8. Dará cuenta y razón a los visitadores de tres en tres meses...
9. Que repare techumbre y paredes con consejo de los visitadores y el reparo exceda de cien maravedises.
10. Que reciba y haga inventario de los bienes que los enfermos u otras personas mandaren al hospital, y pongan y escriban en el libro de becerro, y los bienes que no fueren necesarios los venda en almoneda pública, con consejo de los visitadores...
11. Cuide que los capellanes y sacristán cumplan...
12. Cuide que asimismo el médico y cirujano cumplan...
13. Que el rector sea elegido por los visitadores... y que recaude por uno de los servidores las rentas del hospital...
14. Que se le dé de salario 4.000 maravedieses cada año, más la comida para él y para un mozo que le sirva...
15. Constituye rector a su capellán Juan González de la Calleja.
16. Que se cojan y disputen un médico y cirujano que sean obligados a
17. Venir cada mañana una hora y andando el día a visitar a los enfermos y ordenar las medicinas y emplastos y las otras cosas... e dar las recetas al rector...
18. Que hayan por su salario dos mil y mil mrs. respectivamente cada año.
19. Que se escoja un buen sangrador, el mejor que se pudiere hallar, que vaya cada y cuando fuere llamado, dándole quinientos mrs.
20. Haya dos capellanes que celebren cada día, por semanas, cada año; que el uno pueda suplir al otro cuando fuere ocupado o enfermo... y antes de ir a dormir requieran a los enfermos por si alguno quisiere confesar...
21. Que las ofrendas de pan y vino hechas a los capellanes las dividan por mitad con el monasterio de San Andrés.
22. Que las que hicieren los enfermos al hospital, las escriban en un libro y hagan cargo al rector...
23. Si los enfermos dejaren bienes por su alma fueran puestos en un arca de dos llaves, una para el capellán más antiguo y otra para el rector.
24. Que sean privados de la capellanía si alguno induciera a algún enfermo a mandarles algo en testamento.
25. Que haya cámara donde habiten en el hospital y su salario sea tres mil mrs.
26. Que dada domingo el uno diga misa solemne y el otro con el sacristán, oficien.
27. Que demás de la misa digan prima y tercia antes, y sexta y nona después, y por la tarde vísperas y completas.
28. Que haya sacristán que cuide de la iglesia...
29. Que a los enfermos que murieren se les guarden sus prerrogativas si eligieron entierro en el hospital: si fuera noble en la iglesia; los caballeros, escuderos, pecheros y las mujeres de éstos en la última parte de la iglesia si tuvieren hacienda, y si no, en los portales; y los oficiales y labradores o sus mujeres en la clausura o portales, y los pobres y viandantes en el cementerio.
30. Que entre los servidores se escoja un administrador idóneo e fiable para que procure y recaude las rentas, pleitos y negocios, elegido por los visitadores con acuerdo del rector a quien ha de dar cuentas...
31. Que procurara el aumento e provecho de los bienes e rentas...
32. Que de todo lo que diere reciba vale de pago...
33. Que el procurador-administrador dé fianza...
34. Que los arrendamientos que haga el rector los haga ante escribano, y las ventas en almoneda pública...
35. Que en marzo amojone todas las heredades para que no se pierda...
36. Cuando el procurador entendiere que alguna a cosa se toma de los bienes del hospital, cuan aina pudiera lo denuncie al rector y visitadores...
37. Que el procurador tenga mil mrs. de salario.
38. Que haya un letrado con mil y quinientos mrs. de salario.
39. Que haya tres visitadores: el prior de San Andrés, un beneficiado del Cabildo Mayor, escogido por el arcipreste en cabildo por mayoría; y Pedro de Barrientos u otro descendiente de él...
40. Que los visitadores se ayuden en el hospital el primero, segundo o tercero día del año, cuando mejor visto les fuere. Primeramente oigan misa del Espíritu Santo y acabada la misa fagan juramento en manos del capellán que la misa dijere que bien e fielmente administrarán y visitarán los bienes, haciendo leer públicamente estas constituciones...; elijan rector y le remuevan por causa justificada...; si algún visitador fatare, le sustituya el capellán más antiguo; que visiten el hospital cada y cuando fuere cumplido...
41. Si el rector cumple le pueden reelegir por otro año.
42. Que tomen cuenta y razón tres veces al año.

43. Que nombren a los dos capellanes...
44. Que visiten una capellanía que funda San Andrés...
45. Nombra capellán a su criado Fr. Diego de Medina...
46. Que los visitadores pongan seis hombre o mujeres, honestas, de buena fama para el servicio de los enfermos.
47. Nombra a Inés Martín como duela principal...
48. Que los visitadores diputen un boticario...
49. Que por excusar gastos no haya en el hospital bestias de silla, salvo dos mulas de carretas o albarda para el servicio...
50. Da poder cumplido a los visitadores...
51. Que cada día que fueren a visitar haya de comer suficiente y trascientos mrs. a cada uno...
52. Ordenamos sean más los fechos que las constituciones...
53. Que fuera de nos y de los visitadores, ninguna persona de cualquier estado, condición o dignidad pueda visitar el nuestro hospital, ni corregir estas ordenanzas, que no sea autoridad apostólica e disposición de nuestro señor el Papa.
54. Que se lea teología en el nuestro hospital, para lo cual los visitadores nombren persona, la mejor que se puede haber, a los que la quisieren oír, dándole salario de cinco mil mrs...; que se lea cada día acabadas las misas, y el día que no, le multen en veinte mrs....
55. Si acaecieren que algunos legos vinieren a la lección, sea obligado a les decir la sentencia en romance... y a los que entendieren el latín..
56. En el lugar para ello deputado sean rescibidos los niños que en el fueren echados a la puerta de la iglesia de padres o madres desconocidos, y el rector cuide de que oficiales les muestren oficio...

Justo es convenir en que el inspirador de estas constituciones y fundador de este hospital, se hizo acreedor, cuando menos, a que Medina hubiera custodiado con religiosa veneración el sepulcro que se labró para su reposo eterno. No ha sido así, por desventura. En recorte del semanario "El Medinense", de fecha y número ignorados, he leído estas palabras de Antero Moyano: "Hace pocos años se quitó esta estatua del medio de la capilla para colocarla donde se encuentra hoy; se descubrío la bóveda que existe debajo y el cuerpo de Fr. Lope no estaba allí". Lamentable de veras. Como asímismo es lastimoso que el mismo edificio, susceptible de ser habilitado para un fin práctico, se le abandonara a la piqueta hace una quincena de años.

Estatuas en alabastro del Obispo Barrientos. Actualmente está custodiada en el Museo de las Ferias de Medina del Campo

a) Es obligado ahora ampliar algunos datos biográficos de una figura histórica tan destacada y tan discutida como Barrientos. Nació en esta villa, año 1382, hijo de Pedro Gutiérrez de Barrientos, criado del infante D. Fernando, en cuyo servicio perdió la vida en la refriega de las Cuevas. Se aplicó desde muy niño a las letras y tomó el hábito de Santo Domingo en el convento de San Andrés de esta misma villa. de Aquí pasó al de San Esteban de Salamanca, donde, concluido su noviciado, siguió en aquella Universidad los estudios de Filosofía y Teología, siendo tan rápidos sus progresos que mereció ser el primer dominico que regentó una cátedra en la famosa Universidad . De tal modo trascendió el brillo de su talento y prudencia que el rey D. Juan II le llamó, año 1429, para confesor suyo y preceptor de su hijo el infante D. Enrique. En la eminencia de este cargo se hallaba cuando ocurrió en Madrid la muerte de D. Enrique Villena, impropiamente llamado marqués, año 1434, a quien habían acusado de nigromántico por ciertos libros que había escrito de Megía. El rey, temeroso de que tales obras pudieran ser perjudiciales, encargó a Fr. Lope examinase todos los libros de la biblioteca de Villena y condenase al fuego aquellos cuya lectura estimase nociva. Hízolo así, y después de maduro examen dio cumplimiento al real encargo, arrojando a las llamas más de ciento y reservando otros muchos que estimó de utilidad. Sobre este suceso se habló y escribió muy apasionadamente, menos en pro que en contra, según los opuestos criterios. He aquí los lamentos del Poeta Juan de Mena sobre el particular en su "Laberinto":

Es Don Enrique señor de Villena,
honra de España y del siglo presente.
¡O ínclito sabio, autos muy asciente!
Otra y aun tan vegada yo lloro
porque Castilla perdió tal tesoro,
no conocido delante la gente;
perdió los tus libros sin ser conocidos,
y como en exequias te fueron ya luego
unos entregados al ávido fuego
y otros en desorden no bien repartidos.

Más acerba fue la crítica del bachiller Fernán Gómez de Cibdad Real, a saber: "Asaz Don Enrique era sabio de lo que a otros cumplía e nada supo de lo que le cumplía a él. Dos carretas son cargadas de libros que dejó, que al Rey le han traído. E porque diz que son mágicos, e de artes no cumplideras de leer, El Rey mandó que a la posada de Fr. Lope de Barrientos fueran llevados. E. Fr. Lope, que más se curaba del andar del Príncipe que de revisor de nigromancias, fizo quemar más de cien libros que no los vio él más que el rey de Marruecos, ni más los entiende que el deán de Cibdad Rodrigo. Ca son muchos los que en este tiempo se fan doctos faciendo a otros insipientes e magos, y peor es que se fazan beatos, faciendo a otros nigromantes. Muchos otros libros de valía quedaron a Fr. Lope, que no serán quemados ni tornados. Si vuestra merced me manda una epístola para mostrar al Rey, para que yo pida a su señoría algunos libros de los de D. Enrique, para vos, sacaremos de pecado el ánima de Fr. Lope, a la ánima de Don Enrique habrá gloria, que no sea su heredero aquel que le ha metido en fama de brujo e nigromántico".

Entre los que disculparon el hecho figura Fernán Núñez Pinciano en los "Comentarios a Juan de Mena"; y Rades de Andrade en su "Crónica de Calatrava" asegura que los astrólogos judiciarios trabajaron mucho para que no se ejecutase semejante sentencia "pero que no le pudieron recabar del Rey". Lo que parece demostrar que D. Juan II había tomado sobre el caso una inquebrantable decisión que no pudo ser contrariada, como dio a entender en su defensa el mismo Barrientos. Que éste no era lego en tales asuntos lo evidenció escribiendo las siguientes obras, entre otras "Tratado del caso de Fortuna"; "Tratado del dormir y despertar y del soñar"; "Adivinanzas, agüero y profecías". Y que consideraba, con razón nefanda la intervención, perniciosa siempre, entonces más que ahora, de brujos, hechiceros y saludadores enmenesteres de sanidad pública, lo expresa categóricamente en este último tratado escribiendo: "Tan gran deseo tengo, si facerlo pudiera, de erradicar del pueblo las tales abusiones, que non querría en esta vida otra bienaventuranza si non poderlo facer". Con tal criterio se comprende que los libros condenados al fuego, más que carácter científico, tendría el de fautores de la superstición y hechicerías, y siendo así, lejos de lamentar la pérdida, habría que celebrar el saludable escrutinio, como sucedió como el que hiciera el Cura en la librería de Don Quijote.

En 1438 fue designado Fr. Lope para obispo de Segovia y consagrado en Roa, con asistencia de los Reyes. En 1442 permutó este obispado con el de Ávila; y en 1445 fue promovido a la silla obispal de Cuenca, no aceptando más tarde el arzobispado de Santiago. Y a la muerte trágica de D. Álvaro de Luna fue creado Canciller Mayor de Castilla, y en este elevado cargo de confianza del Rey fue donde puso su evidencia sus altas dotes políticas y su entereza de carácter. Veíase D. Enrique IV desobedecido y aún vilipendiado por los magnates rebeldes, con motivo de la escandalosa privanza con la Reina del hidalgo D. Beltrán de la Cueva, y Barrientos, noblemente indignado por tanta osadía, aconsejó al abúlico Rey que castigase la desvergüenza de los habladores. Y como D. Enrique contestara: "los que no habéis de pelear, padre Obispo, sois muy pródigo de las vidas ajenas..." . Replicó Fr. Lope con energía: "Pues que vuestra alteza no quiere defender su honra... vos certifico que desde agora quedaréis por el más abatido Rey que jamás ovo en España e arrepentiros heis señor, cuando no aprovechare".

Igual firmeza demostró cuando, sabiendo que D. Diego de Mendoza, alcaide de la ciudadela de Curenca, maquinaba entregar la plaza al bastardo del de Navarra --también medinense-- que se acercaba con un ejército para sitiarla, el mismos Barrientos asumió el mando militar, expulsó a Mendoza, sostuvo el sitio con tal denuedo y dirigió los combates con tal pericia que salvó la ciudad, obligando a los enemigos a retirarse.

De sus sentimientos piadosos y humanitarios dejó auténticos testimonios. En Medina, además de este hospital de la Piedad, engrandeció el convento de San Andrés y erigió tres humilladeros al oriente, mediada y poniente de la población. (Hubo otra al norte, a la salida para Valladolid). En Cuenca fundó otro hospital titulado de San Sebastián y una ermita en honor del mismo santo, como asimismo el convento de Nuestra Señora de la peña de Francia, próximo a Salamanca.

Tales son las huellas que dejó este ilustre medinense, de las cuales ¡oh dolor! se han borrado las de Medina...; subsisten las de fuera...

N. En la precedente noticia biográfica hemos seguido particularmente a D. Julián de Ayllón, de quien son las citas de referencia.

En demostración de los serios fundamentos que asistían a nuestro Fr. Lope en su profunda aversión a brujos y hechiceros con quienes tenía bastante afinidad el celebrado D. Enrique de Villena, y que los daños que pretendía evitar no eran imaginarios, copiamos de un moderno autor americano, William Thomas (Isabel of Spain, traducción española, pág. 348) estas palabras "No solamente España se vio libre de las guerras de religión, que causaron centenares de miles de víctimas en los países donde prendió el protestantismo, sino que se salvó también de los horrores de la quema de brujos, que causó unas cien mil víctimas en Alemania y treinta mil en Inglaterra". El expurgo realizado por el obispo medinense en la librería de Villenas, erradicó, tal vez, con bastante eficacia, las perniciosas artimañas de brujos y curanderos.

b) Del mismo linaje de Barrientos que, como queda dicho (18), fue agregado a los seis que tenía la villa, era el doctor ALONSO RUIZ DE BARRIENTOS, famoso jurisconsulto, uno de los consultores privados que tuvo la Reina Católica para oír su dictamen en negocios arduos y reservados, nombrado después del Consejo Supremo. Fundó en esta villa un mayorazgo con el señorío de Serranos de Ernigal, aldea existente en aquellas calendas en las proximidades de Moraleja de las Panaderas. Tuvo su casa solariega frente al solar donde se edificaron las Carnicerías, en la que ahora es posada de la Estrella (hoy, año 2013, Avda. Lope de Vega. Caja Duero).

Otro HERNANDO DE BARRIENTOS, medinense, se distinguió como catedrático de jurisprudencia en Salamanca, promovido posteriormente a oidor de la Chancillería de Valladolid, y más tarde alcande de casa y corte de Felipe II.

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90 - CONVENTO DE SAN ANDRÉS, de Dominicos, primitivamente fue parroquia , y estos frailes predicadores tuvieron su casa provisional, desde 1390, junto a San Esteban (19 R). La fundación de éste de San Andrés se debe al infante D. Fernando en cumplimiento de promesa hecha por su padre el rey D. Juan I, atribuida a milagrosa intervención del apóstol San Andrés. Lo cierto es que D. Fernando, en privilegio concedido a 19 de noviembre de 1406, decía: "Por cuanto a Nuestro Señor plugo que el día de mi nacimiento fuese el del glorioso apóstol San Andrés, tengo por bien el hacer e fundar a servicio de Dios, en la su iglesia que era parroquial en la villa de Medina del Campo, un monasterio de la orden de frailes Predicadores de Santo Domingo..." (D. Ildefonso, pág. 521) y concedía determinadas mercedes que aumentaron notablemente D. Juan de Limpias y Dª. Leonor Rejón, vecinos generosos del monasterio, que merecieron se les diera sepultura en la capilla mayor de la iglesia, como asimismo estuvo sepultado el infante D. Sancho, maestre de Alcántara, hijodel repetido D. Fernando.

a) En la capilla de San Juan, entierro de los caballeros Villarroeles, estuvieron pendientes las banderas otomanas que fueron parte del despojo que correspondió a los medinenses que participaron en la batalla de Lepanto. Así lo refiere Ayllón:

"HERNANDO ÁLVAREZ DE EVAN es el valiente capitán de los tercios de Medina, con los cuales se halló en la célebre batalla naval de Lepanto. En ella se portaron los medinenses tan valerosamente como lo testifican las banderas turcas que ganaron en la acción, que tal vez sea el único monumento que nos haya quedado de tan memorable batalla. Trájolas nuestro caudillo por triunfo a su patria y las hizo suspender del arco toral de las bóvedas de una suntuosa capilla que fundó a su costa con la advocación de San juan Bautista en el convento de San Andrés de esta villa, donde al descolgarlas poco ha, con motivo de la reducción que se ha hecho de ella, se hizo pedazos por estar envejecida, consumida del polvo y de la humedad de dicha iglesia, pero quedaron ilesas las medias lunas y las letras de su inscripción árabe a beneficio de la pintura negra con que estaban escrutas, que ha conservado la tela, de manera que con facilidad se puden asegurar sobre otro lienzo; mas que no se ha cuidado de su conservación; tanta es la indolencia con que se miran los testimonios del honor de nuestros antepasados".

El 20 de septiembre de 1810 sufrió este convento un devastador incendiocausado por la infantería francesa que en él se hallaba encuartelada. Ya no se construyó, y los religiosos rehicieron la vida conventual, una vez terminada la guerra, en el palacio de la condesa de Bornos (18 N), donde permanecieron hasta su extinción en 1835.

b) A la monografía de este convento debe quedar asociada la biografía de su fundador el infante D. Fernando, el bienhechor más insigne que haya tenido nuestra villa en todos los tiempos y cuyo nombre encontramos frecuentemente relacionado con instituciones y monumentos. Nació el 30 de noviembre de 1380, hijo del rey D. Juan I y de su primera mujer doña Leonor de Aragón, recibiendo por testamento de su padre, las villas de Medina del Campo, Olmedo, Bamaseda y Santa Gadea, más de 300.000 maravedises en las salinas de Atienza y el condado de Mayorga. Huérfano a los diez años, se desposó a esa edad y casó antes de los catorce con doña Leonor de Urraca, condesa de Alburquerque, hija del conde don Sancho, nieto de Alfonso XI, la más bien heredera que se hallaba en España, llamada por ella "la Ricahembra", al tiempo que su hermano, Enrique III, se casaba con doña Catalina de Lancaster. Fernán Pérez de Guzmán hace de nuestro infante el siguiente retrato en "Generaciones y semblanzas": "Fue príncipe muy hermoso, de gesto sosegado e benigno, casto e honesto, muy católico y devoto chistiano: la habla vagorosa e floja, e aun en todos sus autos era tardío o vagoroso, tanto paciente e sofrido que parecía que no había en él turbación de saña ni de ira; pero fue príncipe de gran discreción y que siempre hizo sus hechos con bueno o maduro consejo. A los que lo sirvieron fue asaz franco; pero entre todas sus virtudes las que más fueron en él de loar, fueron la gran humildad e obediencia que siempre guardó al Rey su hermano, e lealtad e amor que ovo al rey D. Juan su hijo". En efecto, muerto Enrique III en 1407, dejando a su primogénito, que después fue Juan II, de solo veintidos meses de edad, muchos nobles pensaron que no pocos aconsejaron que don Fernando, que acababa de presidir las Cortes de Toledo en nombre de su hermano, tomase el título de Rey, más él, atento a su lealtad y a lo que era de razón, juró e hizo jurar a todos por Rey a su sobrino, haciéndose cargo del gobierno del Reino según lo dejó ordenado por testamento el Rey difunto. Y estos primeros años del reinado de Juan II, en que las riendas del gobierno estuvieron en las manos de D. Fernando, fueron los únicos venturosos, de paz interior y de engrandecimiento exterior, pues el Infante preparó y dirigió la expediciónque rescató de los moros la plaza de Antequera, por loque la historia le designa con este nombre. "¡Cuán noble, cuán digna y cuán interesante figura histórica es la del príncipe don Fernando de Castilla! Pudiendo suplantar a su sobrino en el trono, convidándole los grandes del reino con una corona de que sus cualidades le hacen merecedor, teniendo el pueblo y tal vez él mismo el convencimiento y la conciencia de lo que en ello ganaría lamonarquía castellana, desecha con sincera abnegación todo lo que tienda a lastimar, cuanto más a usurpar los legítimos derechos del rey su sobrino; es el primero a proclamarse, se declara su protector y escudo, comparte con la reina madre la regencia a que es llamado por la voluntad del último monarca, desvanece con su generosidad injustas desconfianzas y recelos. Agora con su prudencia rivalidades perniciosas, aparta con su energía influencias bastardas, ordena y regulariza con tino la administración, emprende con rigor la guerra santa contra los infieles, resucita los buenos tiempos de los Alfonsos y de los Fernandos, hace temblar primero en las aguas de Gibraltar a los reyes de Túnez y de Tremecén, empuña después con firme mano la espada del Santo Conquistador de Sevilla. Hace triunfar las banderas castellanas en Baeza y en Setenil, demuestra que no es Algeciras la última conquista digna de las lanzas de Castilla, orla su frente con loslaureles de Antequera, y entrega al tierno rey D. Juan, su sobrino, un cetro respetado, una administración ordenanda, una nación engrandecida" (D. Modesto Lafuente, lib. III, cap. XXV)

Muerto sin sucesión el rey de Aragón, Martín el "Humano", hermano de su madre doña Leonor, los compromisarios reunidos en Caspe para designarle sucesor --de los que fue alma San Vicente Ferrer--- nombraron rey de Aragón a D. Fernando. Ciñó, pues, la corona aragonesa el infante medinense, año 1412, no sin sotener una breve y victoriosa guerra civil contra el conde de Urgel, uno de los pretendientes defraudados por el Compromiso de Caspe. Histórica fue su entrada en la ciudad de Barcelona, revelando por un lado la noble condición de D. Fernando, que mereció apellidarse "el Justo y el Honesto", y la enteresa y dignidad de los barceloneses. Pretendió elRey liberarse de cierto tributo que había de pagarse en la compra de ciertos artículos, y los concelleres de la ciudad se opusieron. Uno de ellos, el famoso Fivaller, se presentó en él vestido de luto, dispuesto a arrostrar hasta la muerte en defensa de la ley y de la dignidad, y díjole que mucho se maravillaba de que tan pronto hubiera dado al olvido el juramento que prestara de guardar sus fueros y constituciones... Enojado el Rey al escuchar lenguaje tan desusado pero tan digno, fue menester que le calmasen los caballos que le rodeaban, por lo que Fivaller pudo salir libre de ejercitar tan arriesgado compromiso. El tributo fue pagado, más D. Fernando, malhumorado, anunció su inmediata salida de la ciudad. Llegado a Igualada, enfermó, y los concelleres barceloneses, entre ellos Fivaller, se le presentaron a besarle la mano, alegando el derecho que tenía Barcelona de asistir al soberano en sus enfermedades, y D. Fernando reconoció en aquel delicado trance la sincera fidelidad y adhesión de los que poco hacía demostraban tan digna entereza, y, presintiendo su muerte próxima, nombró albacea mayor, con encargo de cuidar del príncipe D. Alfonso y de los otros infantes al propio Fivaller. Murió. en efecto, el 2 de abril de 1416. ¡Cuanto habría convenido a España que hubieran tenido muchos imitadores. Fivaller diciendo la amarga verdad sin faltar a la mas escrupulosa lealtad al Rey, y D. Fernando comprendiendo y acatando los dictados de la justicia!

Dos hijos de D. Fernando, nacidos en esta villa, de la que siempre conservaron grato recuerdo, llenan muchas páginas de la historia con sus brillantes hechos, que un buen medinense no debe ignorar. Fueron los que le sucedieron en la Corona de Aragón, a saber:

c) ALFONSO V EL MAGNÁNIMO nació en 1393 y su infancia y juventud discurrió plácidamente, como la de sus hermanos, entre Medina y Carrioncillo que por aquellos días ofrecía encantos que la rusticidad presente y el funestísimo arboricidio, mil veces condenable, que hemos padecido y padecemos, hacen inverosímiles.

Cuando su padre fue elegido rey de Aragón, este medinense tomó el título de Príncipe de Viana, y en 1416 le sucedió en el trono con el nombre de Alfonso V. En el año anterior había casado con doña María, hermana de Juan II de Castilla, y pronto demostró su entereza de carácter, su grandeza de alma y su compenetración con el ansia de aventuras que entonces espoleaba a los aragoneses y catalanes. Resuelto a cometer por completo las islas de Córcega y Cerdeña, que le disputaban los genoveses, organizó una expedición en 1419, y después otra a petición de la reina de Nápoles conbatida por los franceses, quien en agradecimiento le nombró heredero del trono. Estofue motivo para que una larga serie de guerras sostenidas contra los franceses con varias alternativas, pero de las que al fin salió victorioso. Sitiando a Gaeta le pidieron los sitiados que dejase salir a mujeres, ancianos y niños, acuciado por la falta de víveres, y Alfonso V. por no faltar a los santos deberes de humanidad, los acogió y socorrió en sus reales, contrariando el deseo de sus consejeros y aun a riesgo de no conquistar la plaza, como sucedió; mero mereció, por rasgo tan humanitario, que la historia le haya reconocido el dictado de "Magnífico". Más tarde fue derrotado completamente en la batalla naval de Ponza y cayó prisionero, juntamente con sus hermanos Juan y Enrique. Tratado caballerosamente por el duque de Milán que lo tuvo, no cautivo sino alojado en su palacio, recobró la libertad y volvió a conquistar Nápoles. Allí vivio con toda la magnificencia de un gran príncipe italiano, siendo de los monarcas más influyentes de Europa. En su tiempo cayó Constantinopla en poder de los turcos (1453), y llegaron a Italia fugitivos aquellos sabios y retóricos que, protegidos por Alfonso, determinaron el triunfo del Renacimiento. Tanto entusiasmo sentía por los clásicos que, según se cuenta, curó de cierta enfermedad con la lectura de Quinto Curcio, y suspendió una batalla solo porque el enemigo, que era el gran Cosme de Medciis, le regaló un códice de Tito Livio. En su corte figuraban los más ilustres humanistas, cuyas lecciones de gramática, retórica y poética escuchaba con atención de aplicado escolar y remuneraba con largueza de soberano espléndido. En cierta ocasión, cuenta Guevara que tales maestros le ensalzaban la generosidad de Roma, la grandeza de Venecia, la riqueza de Florencia y la opulencia de Milán, respondiendo Alfonso:

--Loo y apruebo ser todo eso bueno, mas yo, para mí, más querría hallarme en Carrioncillo.

Tan fuerte era la nostalgia que sentía por estos parajes que recorrió cuando niño y cuando mozo. Barcelona le debe la fundación de su Universidad, y Valencia la de una escuela que produjo trovadores como Ausías March y filósofos como,Luis Vives, según la autorizada opinión de Menéndez pelayo.

Notamos, para terminar, que creen algunos autores que la actual bandera de España, terciada en bandas, dos rojas en los extremos y una gualda en el centro, dada por Carlos III el 21 de mayo de 1785 a los buques de Guerra, y generalizada después en toda la acción, es la misma insignia real que, formada con los dos colores del reino de Aragón, llevó a Nápoles Alfonso V "el Magnánimo", de donde le trajo Carlos III, que, como es sabido, antes de serlo de España, fue rey napolitano. Murió Alfonso V en Castilnuevo en 1458.

d) D. JUAN II DE NAVARRA Y ARAGÓN, segundo hijo de D. Fernando y Leonor, nació en esta villa el 29 de junio de 1397, y aquí pasó su niñez y juventud al igual que sus hermanos. Por su matrimonio con Blanca, hija de Carlos "el Noble" de Navarra, ciñó esta corona a la muerte de éste (1425). Sin embargo, era tal su afición a las cosas de Castilla y tanta su predilección por esta villa, entonces bajo el señorío de su madre Dª. Leonor, que dejando el gobierno de Navarra a su esposa, venía con frecuencia a su villa natal y de la que fue señor, desde donde intervenía tan decisivamente enlas luchas que agitaron entonces Castilla. la transformación de la antigua fortaleza de la Mota en el actual castillo se debió a este monarca que quiso tener en Medina el más fuerte punto de apoyo contra la política del condestable D. Álvaro de Luna. En 1441 pudo don Juan II de Castilla adueñarse de la Mota por sorpresa y por tratos, pero al saberlo el de Navarra, acudió con sus gentes de armas para rescatarlas, lo que consiguió el día 28 de junio, después de 40 días de cerco (47). Cuatro años más tarde volvió a perderla para no recuperarla jamás, y habiéndole sido también adversa la batalla de Olmedo del año 1445, se alejó ya de las luchas de Castilla para consagrarse a los intereses de Aragón de que fue también Rey por renuncia hecha en su favor por su hermano Alfonso V. De su primer matrimonio con doña Blancade Navarra tuvo tres hijos: Carlos, Blanca y leonor. El primogénito, titulado Príncipe de Viana, a quien correspondía ser heredero de las coronas de Aragón y Navarra, y que merecía además serlo por sus excelentes prendas que cautivaban a navarros, catalanes y aragoneses, provocó, sin el quererlo, una lamentable guerra civil, porque el amor de sus leales súbditos quiso garantizarle el derecho de sucesión que veía discutido por el Rey su padre, que, viudo de doña Blanca, había casado de nuevo con la rica hembra castellana, doña Juana Enríquez, mujer de talento y energía varonil, y tipo acabado de la mala madrastra que no perdonó medios para que su marido aborreciese a los hijos del primer matrimonio. El príncipe de Viana cayó, prisionero de su padre y hubo de sufrir larga y triste odisea., siempre querido y aclamado por los pueblos y siempre perseguido por su ambiciosa madrastra y su poco piadoso padre, hasta que la muerte, natural o por veneno, puso fin a sus desdichas el 23de septiembre de 1461, pudiendo así heredar elreino de Aragón sin contradicción el hijo de don Juan y de Enriquez, o sea Fernando el Católico. La Providencia derivó en esta ocasión, como en tantas otras, los males propósitos de los mortales, a un resultado por demás glorioso para nuestra patria, cuan fue el reinado de los Reyes Católicos.

Todavía tuvo que sostener D. Juan Nuevas guerras ya contra los catalanes que añoraban al buen Príncipe de Viana, ya contra los franceses a quienes disputaba el Rosellón, sinque los muchos años agotaran su indomable energía que conservó hasta el fin. Por cierto que ha quedado su nombre asociado a una experiencia médica entonces sensacional. Padecía D. Juan de cataratas, y un médico judío --que entonces, como ahora, concitaban los hebreos muchos odios pero monopolizaban muchos recursos y conocían muchos secretos científicos-- se ofreció a batírselas, lo que consiguió felizmente en uno de los ojos, y como rehusara el cirujano judío hacerla misma operación en el otro ojo por razones de astrología judiciaria, D. Juan, que no admitía la influencia de los astros en tales menesteres, le obligó a que repitiera la operación, lo que hizo conigual fortuna. Murió este ilustre hijo de Medina en Barcelona, enero de 1479.

N. Habiendo sido estos tres hijos de Medina figuras muy destacadas en la España de su tiempo, los rasgos más salientes de sus biografías están vulgarizados en las crónicas de la época.

e) Familia adictísima a D. Fernando y a sus hijos fue la de los REJONES, que tenía, como queda dicho, su sepulcro en la iglesia de este convento, y su palacio, donación del infante D. Juan --de quien se acaba de hacer mérito-- junto al mismo. De un individuo de esta familia , Juan Rejón de Silva, hace singulares elogios Ossorio por su heróico comportamiento de la defensa de Mazarquivir, año 1563, atacado por los moros argelinos. Ya habían abierto éstos una brecha en sus muros y se precipitaban con ímpetu arrollador para entrar en la plaza. La serenidad de este caballero medinense, capitaneando a un grupo de valientes, lo impidió.

f) También estuvo enterrado en esta iglesia de San Andrés de P. DOMINGO BAÑEZ, teólogo renombrado y nacido en esta villa aunque algunos autores lo contradicen. Fue por su virtud y saber esclarecido ornamento de la Orden Dominicana.

Tuvo por maestro en Salamanca al célebre Melchor Cano, y él, a su vez, desempeñó la cátedra de teología en Ávila, Alcalá, Valladolid y Salamanca, hasta que, para descansar de una vida intensamente consagrada al estudio, a la cátedra y a la predicación, en cuyo ministerio se distinguió brillantemente, se retiró a este convento de San Andrés donde todavía ilustró con sus sabios dictámenes y consejos a los oidores de la Chancillería de Valladolid y a cuantos se encomendaban a su dirección espiritual, entre los cuales se encontró Santa Teresa de Jesús, quien hace mención honorífica de su director en sus escritos. Escribió el P. Bañez numerosas obras teológicas, tratando con singular competencia de conciliar la eficacia de la gracia divina con la libre albedrío humano.

g) Frente a este convento, atravesando la actual calle de Colón, en terrenos atravesados parcialmente por la vía férrea de Zamora, estuvo el convento de la Visitación de Monjas Fajardas. Fundáronle en 1508 doña Inés Fajardo, dama de Isabel la Católica y su madre, juntamente con otras damas ilustres que profesaron la regla de Santo Domingo, convirtiendo en convento la casa de la primera. Se exclaustraron en 1836.

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40 - CONVENTO DE TRINITARIOS, bajo la advocación del Espíritu Santo. De él fue conventual el beato vallisoletano y profesor de los hijos del rey Felipe IV, Simón de Rojas, como asimismo Fr. Juan Ángel Rodríguez, medinense bautizado en San Antolín el 15 de marzo de 1691, que ocupó más tarde la silla arzobispal de Manila en el año 1734 y cuyo retrato adorna una de las galerías del Colegio de Santa Cruz de Valladolid

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41 - ERMITA DE LOS MÁRTIRES. Estaba sobre el cerro existente a cien metros al Oriente del puese de la vía férrea, frente a San Roque, y en ella terminaba el Calvario, del que providencialmente se ha conservado la última cruz de piedra que estaba en el atrio de la ermita desaparecida. La primera estuvo en el atrio de la parroquia de San llorente (6 R) y seguía por el camino que tantas veces recorrieron devotos los medinenses en días de penitencia.

Cien pasos aguas arriba del río estuvo el molino del Marqués de Tejada, conocido por los Cantos; y un kilómetro más al sur otro molino, titulado de Lobato; únicas aceñas de que se tiene noticia en este término municipal.

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